Al llegar a la aldea de Thach Xa en la víspera del Tet, se puede escuchar el sonido de los granos de arroz rompiéndose a lo lejos, oler el aroma del jengibre y sentir la dulzura de la maltosa y el azúcar.En comparación con productos de otros lugares, el “che lam” de Thach Xa no presenta gran diferencia en cuanto a los ingredientes. Entre los componentes del pastel se incluyen el arroz pegajoso, maní, jengibre fresco, azúcar y maltosa. Sin embargo, los artesanos locales practican sus propias recetas según su única manera de elaboración, lo que proporciona el sabor delicioso y singular del famoso plato.
El "che lam" de Thach Xa se elabora con su sabor más auténtico |
El ingrediente más importante es el arroz glutinoso. Los locales solo eligen “nep cai hoa vang”, un tipo de arroz pegajoso fragante. En lugar de moler los granos sin cáscara, los artesanos muelen el arroz paddy para obtener harina.
Nguyen Tri Thuy, presidente de la Asociación de la Aldea Artesanal de “che lam” de Thach Xa, explica: “A diferencia de otros lugares, aquí usamos las semillas de arroz bruto para que la harina tenga un mejor sabor, madure más rápido y pueda conservarse durante largo tiempo. Seleccionamos solo las semillas viejas y gruesas, luego las salteamos a fuego medio y las sacudimos de forma constante y uniforme para que no se quemen. Después, explotan originando palomitas blancas como jazmines, quitamos las cáscaras y molemos las palomitas para obtener la harina”.
Entretanto, los artesanos cuecen los maníes, eliminan sus cáscaras y los trituran. También cortan el jengibre y extraen su jugo. Deben elegir los tallos más grandes y frescos, cuya pulpa es de un color amarrillo brillante.
Nguyen Thi Cuc, una artesana de Thach Xa, comparte: “El jengibre es un ingrediente indispensable para elaborar el ‘che lam’ ya que da al plato un agradable aroma y un sabor picante. En la Medicina Oriental, es un medicamento muy preciado porque calienta el cuerpo desde el interior”.
Más tarde, se mezcla el maní y el jengibre con la miel, fruto de la cocción de azúcar y maltosa. Anteriormente, se usaba la melaza para el relleno, pero ahora todos los artesanos en Thach Xa optan por la miel.
El señor Nguyen Tri Thuy aclara: “La melaza tiene un sabor ligeramente amargo, no es dulce como el azúcar. Por esta razón, el “che lam” también da un gusto sutilmente amargo al paladar. Además, no dura tanto como el elaborado a partir de miel de azúcar”.
Una vez que han obtenido la harina y el relleno, lo mezclan todo para conseguir una masa uniforme. Antes, este proceso se hacía a mano. El artesano tenía que remover con vitalidad hasta obtener una pasta uniformemente pegajosa que haya absorbido todo tipo de especias. Ahora, esta técnica se lleva a cabo con máquinas.
Una artesana está cortando el "che lam" en trozos pequeños |
El deleite de cada lote depende en buena parte de la experiencia del artesano, quien debe observar si la masa está bien cocida y suficientemente dura. De ser así, debe entonces verter la masa en un molde cubierto con una fina capa de harina y extenderla después en el recipiente. Cuando la pasta esté fría, se ayuda con un cuchillo para cortarla en trozos pequeños y la cubre con otra capa de harina para que no se le peguen a las manos ni se sequen, y también para mantener el auténtico sabor del plato.
El “che lam” se disfruta mejor en los días fríos acompañado de un té caliente. Cada bocado suaviza el sabor agrio del té y calienta el cuerpo por dentro. Por eso, cuando llega el Año Nuevo Lunar, mucha gente acude a Thach Xa para comprar este pastel y comerlo, regalarlo y ofrendar a sus antepasados y a las divinidades con él.
Nguyen Bich Ha, del distrito de Hoang Mai en Hanói, cuenta: “Cada paquete cuesta 45 mil dongs, es decir, casi 2 dólares. Cada año, compro 5 o 6 paquetes, tanto para adorar a los antepasados como para invitar a quienes nos visitan durante la fiesta del Tet. El ‘che lam’ de Thach Xa tiene un sabor dulce y picante, muy peculiar. A toda mi familia le gusta”.
En la actualidad, en la aldea de Thach Xa hay casi 70 hogares que elaboran el “che lam” y, cada año, producen más de 200 toneladas de este dulce típico para su venta en el mercado. Especialmente en vísperas del Tet, casi todos los hogares de la aldea concentran sus recursos en producir este plato. En 2004, cuando Thach Xa fue reconocida como una aldea artesanal, el oficio de elaborar “che lam” revivió. Ahora, este pastel se ha convertido en una conocida especialidad de Hanói y un postre indispensable para muchas familias cuando llega el Año Nuevo Lunar.