Chao Thi Yen, estudiante destacada de la etnia Dao. (Foto proporcionada por Yen) |
Al crecer en un clima severo y en el seno de una familia con escasos recursos económicos, Chao Thi Yen comprendió desde el principio que la educación era la única llave que podía abrir la puerta a una vida mejor.
“Vivíamos con nada. No había carreteras, ni electricidad, ni televisión, por supuesto. Cuando la cosecha era mala, ni siquiera teníamos arroz. Teníamos que ir al bosque para encontrar mandioca o ñame para comer. Mi maestro me dijo: 'Un futuro mejor viene con la educación, de lo contrario te quedarás en la pobreza'. Por eso decidí ir a la escuela", dijo.
A la edad de 4 años, Yen comenzó su carrera escolar, pero su escuela estaba a más de 2 kilómetros de su casa. Al final del noveno grado, Yen tuvo que dejar su querida escuela para ayudar a sus padres con el trabajo en el campo. Esta renuncia la pequeña adolescente la vivió con inmensa tristeza.
“No pude ir a la escuela durante un año. Al principio, mis padres no querían que volviera a la escuela porque para ellos una niña no necesita una educación. Insistí, y después de varios intentos finalmente accedieron", expresó.
De vuelta en los bancos de la escuela, Yen siempre fue la mejor de su clase. Pero para esta ambiciosa niña, sus buenos resultados escolares no eran suficiente.
“Cuando estaba en el undécimo grado escolar, alguien me dijo: '¿Estás orgullosa porque tus resultados son excelentes siendo pobre? Si eres tan buena, ¿por qué sigues siendo pobre? Aunque me había lastimado un poco, su pregunta me despertó por completo. A partir de ese momento, ganarme la vida se convirtió en mi único objetivo. Y para lograrlo, tuve que realizar estudios superiores”, señaló.
Admitida en la Universidad de Silvicultura de Hanói, Yen luego reflexionó sobre los caminos que le permitirían encontrar un trabajo rápidamente. Al final del primer año, sus maestros le ofrecieron seguir un programa de capacitación en manejo de recursos naturales, cuyas salidas parecían más prometedoras. Excepto que este curso se impartía en inglés y en ese momento, el nivel de este idioma de Yen no estaba a la altura. Cuando estuvo a punto de dejarlo, conoció a una voluntaria alemana de origen vietnamita que la ayudó a mejorar su inglés.
En 2014, después de graduarse con honores, Yen postuló a Erasmus Mundus de la Unión Europea para obtener una beca y realizar una maestría en gestión de recursos forestales. Admitida el 8 de marzo de 2016 como becaria con una financiación de 47.000 euros, Yen se marchó para continuar sus estudios en las universidades de Göttingen (Alemania) y Padua (Italia). Su alegría fue inmensa y la compartió con toda su familia. Su padre, Chao Kim Son, recordó: “Los vecinos no entendían por qué una niña tenía que ir a la escuela. Para nosotros, una chica tiene que casarse temprano, ayudar a su pareja y quedarse en casa para hacer las faenas del hogar. Por tanto, financiar la educación de una niña es una inversión que genera pérdidas. Pero desde que vieron el éxito de mi hija, cambiaron de opinión. Ahora dejan que sus hijos vayan a la escuela y ya no diferencian entre niños y niñas".
Hoy, Yen trabaja para una organización no gubernamental especializada en la protección de los recursos forestales. Su salario le permite brindar un amplio apoyo a sus padres. Yen relató su viaje en una autobiografía titulada “Contra el camino: de una aldea de Dao a la beca de Erasmus”. Para ella sólo cuenta la determinación y cree que cada vida tiene su propio destino.