Desde temprano por la mañana, personas aficionadas al ciclismo hacen ejercicio en la calle de Thanh Nien, en la parte oeste de Hanói. (Foto: Van Ngan/VOV)
|
Desde la madrugada, incluso antes de que asome el sol, Hanói ya se despereza. En parques y espacios urbanos se percibe el murmullo de una ciudad que despierta: personas corriendo, haciendo ejercicio, ancianos practicando taichí en medio de susurros animados, todo en armonía con la luz del alba.
Le Thu Thuy, vecina de la comuna de Thanh Xuan Bac, mantiene desde hace años el hábito de hacer ejercicio al amanecer.
“Desde hace muchos años he mantenido el hábito de hacer ejercicio. Aprovecho para levantarme temprano: así evito el sol sofocante y hago ejercicio, me siento bien y, además, encuentro a mis amigos, lo cual me alegra el día. Pero lo más especial es que siempre siento que Hanói, por la mañana, tiene algo lleno de paz, pero también rebosante de vitalidad”, expresó Thuy.
Con los primeros rayos de sol colándose entre tejados y esquinas, la capital despierta del todo. Las calles cobran vida con el bullicio del tráfico, los pregones de los vendedores ambulantes y la apertura de los negocios, componiendo una auténtica sinfonía matutina.
Sarah, una ciudadana estadounidense residente desde hace tiempo en Hanói, describe esta transformación diaria: “Puedes estar de pie en una calle llena de vendedores ambulantes y tiendas que exhiben sus productos en las aceras o dentro de pequeños locales. Y solo unas horas después, si vuelves al mismo lugar, puede que ya haya otros vendedores y que los negocios hayan cambiado de alguna manera”.
Al llegar el mediodía, Hanói no pierde ni un ápice de su energía. Desde restaurantes elegantes hasta humildes puestos callejeros, las mesas se llenan de comensales. Los aromas del bun cha, pho y bun rieu se mezclan con risas y voces, conformando un animado paisaje urbano.
Hou Xiang Yu, turista chino, comparte su experiencia: “Me encanta la energía que este lugar me transmite, especialmente la comida callejera al mediodía, llena de vida y movimiento. Incluso en las horas más calurosas, desde los grandes restaurantes hasta los puestos callejeros, siempre hay gente pasando. Los aromas del bun bo nuong y el bun rieu cua, junto con las risas de los comensales, dibujan una vibrante escena de la vida en Hanói”.
La concurrida zona de gastronomía ubicada entre las calles de Ta Hien y Luong Ngoc Quyen por la noche. (Foto: H. La/VOV) |
Con la caída de la tarde, el bullicio se intensifica. Las voces de los estudiantes a la salida de clase se mezclan con el sonido de los autobuses, los cláxones y los nuevos pregones. Es el ritmo frenético de una ciudad que nunca se detiene.
Cuando las calles de Hanói se iluminan, el casco antiguo cobra vida entre música animada y el bullicio de bares y comercios en Ta Hien, Hang Buom y el paseo junto al lago Hoan Kiem. La noche despliega una energía singular, en un espectáculo que no desmerece frente a ninguna gran ciudad del mundo.
Hou Xiang Yu vuelve a intervenir: “Para mí, la vida nocturna en Hanói es fascinante y llena de energía. Me encanta el mercado nocturno, las luces y la vitalidad de la ciudad. Cuando se encienden las luces, Hanói parece no dormir nunca. Las calles Ta Hien, Hang Bac y el paseo peatonal junto al lago Hoan Kiem brillan con luz, mientras bares y cafés se llenan de música alegre. La multitud crea un ambiente vibrante que, en mi opinión, no tiene nada que envidiar a otras grandes ciudades del mundo”.
Además del bullicio callejero, también destacan los recorridos turísticos nocturnos, como “Noche Sagrada” en la Prisión de Hoa Lo o el próximo tour “El sonido de la campana de Tran Vu”, que se estrenará en agosto.
Ninh Quang Truong, director del nuevo recorrido, explica: “El tour nocturno El sonido de la campana de Tran Vu busca ofrecer una nueva experiencia para disfrutar de la noche de Hanói y fomentar la economía nocturna. Combinamos un espectáculo con actividades prácticas para los participantes”.
Finalmente, cuando Hanói se adentra en la noche más profunda, los sonidos se tornan suaves y contemplativos. El susurro de las hojas, la luz amarilla que perfila la silueta solitaria del barrendero y el repicar lejano de las campanas de iglesia componen una estampa serena y conmovedora. Es la otra cara de Hanói: una ciudad bulliciosa, sí, pero también íntimamente poética.