El tamaño de “Lù cở” varía para satisfacer la demanda de personas de diferentes años de edad. |
En las aldeas Mong en las tierras altas de la provincia norteña de Son La, es muy común la imagen de un hombre tejiendo cestas en el porche, y de mujeres que llevan banastas en sus espaldas para faenar en los campos o ir al mercado.
No se sabe desde cuándo estos canastos han estado asociados con la vida cotidiana de la etnia Mong, ya que la cestería ha sido preservada pasando el oficio de generación en generación. Mientras las mujeres hacen papel, bordan y cosen prendas, el tejido de canastas es una tarea exclusiva de los hombres.
Al respecto, el patriarca Vu Sua Ly de la aldea de Pha Khuong, comuna de Co Ma, distrito de Thuan Chau, dijo lo siguiente: “Desde la antigüedad, la gente de la etnia Mong suele vivir en los lugares más peligrosos y altos. Por lo tanto, inventó una canasta para llevar maíz, arroz, etc.. Tenían que superar las escarpadas rocas en forma de orejas de gato y las altas pendientes que ralentizaban el galope de los caballos, para traer a casa lo que habían conseguido en el bosque y la montaña”.
A sus 70 años de edad, Vu Sua Ly todavía recuerda muy bien cada detalle y cómo practicar la cestería. Según el patriarca, para crear una canasta hermosa y duradera se requieren manos hábiles y meticulosas en cada etapa: “Empecé a hacer cestas cuando tenía 20 años. Para tener una canasta duradera, se requiere en cada etapa una selección cuidadosa de materias primas. Necesitamos cortar viejos bambúes para garantizar que los productos sean más duraderos. El bambú, tras ser llevado a la casa, se dividirá y afinará en radios de aproximadamente un centímetro de ancho con dos capas y núcleos separados”.
Para hacer una banasta, primero se teje el rectángulo inferior. Dependiendo de la edad de quien la usará, la canasta se tejerá con diferentes tamaños, con una boca cilíndrica de 20 a 50 centímetros de ancho, entrecruzada en orden desde el fondo hasta la boca con unas 10 vueltas de núcleos de bambú.
Además, para que el producto sea duradero y hermoso, se usa ratán o bambú joven guardado durante años para tejer la parte inferior y la boca de la banasta. La herramienta tiene dos correas elaboradas con fibras del árbol para asegurar su durabilidad y suavidad en aras de aliviar el dolor de hombros de quienes la llevan.
Otro rasgo interesante en el proceso de cestería radica en el tiempo de hacerlo. Habitualmente, los hombres de la etnia Mong tejen banastas en la temporada de lluvias, de junio a septiembre de cada año, porque durante este período hay mucha humedad y así las filas de bambú tardan más en secarse, tiene buena ductilidad y se doblan y pliegan fácilmente sin agrietarse. Asimismo, es en esta época que los hombres tienen más tiempo libre después de trabajar. Además, la canasta es considerada como una preparación para lograr una nueva cosecha abundante, próspera y feliz.
“Lù cở” es un instrumento necesario en la vida cotidiana de la etnia Mong. |
Los cuévanos se han convertido en instrumentos laborales indispensables para las mujeres del grupo étnico Mong y en la vida cotidiana. Va Thi Va, residente en la aldea de Pha Khuong, comuna de Co Ma, distrito de Thuan Chau, contó lo siguiente: “De pequeña, mis padres me dejaban llevar una canasta al campo. Con esta herramienta podía cumplir las faenas de manera conveniente. Para las mujeres con piernas débiles y manos suaves, que no sabemos conducir motocicletas, los cuévanos se han convertido en un instrumento muy necesario para nosotras en la vida cotidiana”.
La vida cambia día a día, pero la canasta o “lù cở” aún se conserva, se aprecia y es un instrumento primordial para las actividades cotidianas. Las banastas también constituyen una característica cultural muy singular que sólo se encuentra entre los pueblos étnicos residentes en las tierras altas.