Foto ilustrativa: VNA |
Según Scott Miller, todas las bases estadounidenses en Afganistán se cederán al Ministerio de Defensa y a otras fuerzas afganas, al igual que algunos equipamientos. El anuncio se produjo pocos días después de que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, revelara el plan de retirar las tropas de Afganistán desde el 1 de mayo y completar este proceso en unos meses.
Poner fin a la costosa guerra
Estados Unidos inició la guerra en Afganistán en 2001, poco después de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de ese mismo año. A lo largo de 20 años, tres generaciones estadounidenses han gastado más de dos billones de dólares en este conflicto, el que dejó un saldo de 2.355 soldados muertos y miles de heridos. Pero, el objetivo de convertir a Afganistán en una democracia estable aún no se ha hecho realidad.
Según analistas, el ejército estadounidense abandonó el objetivo de lograr una victoria militar en Afganistán hace muchos años. Por ello, una década después del inicio de la guerra, o sea, en 2011, Washington sólo mantenía allí a 3.500 soldados, una fuerte disminución del número inicial de 100.000, para trabajar en dos misiones principales: ayudar al gobierno local a reprimir a los terroristas de al-Qaeda y presionar a los rebeldes talibanes para que firmen un acuerdo de paz duradero con el gobierno afgano.
La decisión de retirar las tropas de Afganistán, lo que supone el fin de la guerra más larga en la historia de Estados Unidos, forma parte del acuerdo de paz firmado por la administración del expresidente Donald Trump con los talibanes. Según este pacto, Washington retirará todas las fuerzas restantes (de 2.500 a 3.500 soldados) antes del 1 de mayo de 2021. Sin embargo, Joe Biden reafirmó en repetidas ocasiones que es poco probable cumplir con este plazo. El 14 de abril pasado, anunció un plan detallado de retirada militar, el cual será cumplido antes del 11 de septiembre próximo, con motivo del vigésimo aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas en 2001. También insistió en resolver definitivamente esta cuestión y no permitir que se convirtiera en una carga para su sucesor.
Riesgos y desafíos
En un comunicado emitido el 25 de abril, el general Scott Miller afirmó que las fuerzas estadounidenses se retirarán y entregarán de manera ordenada las bases y equipamientos militares al ejército afgano. Estas unidades y sus aliados tienen la capacidad y la planificación necesaria para protegerse durante el repliegue y continuarán apoyando a las tropas del gobierno afgano, enfatizó. En particular, acotó que había advertido a los talibanes de las graves consecuencias de dejar que la violencia vuelva al país.
Anteriormente, el ejército estadounidense decidió extender la presencia del grupo operativo del portaaviones Dwight Eisenhower en Oriente Medio y enviar más bombarderos estratégicos B-52 a la zona para apoyar la retirada de Afganistán.
Según observadores, las mencionadas decisiones del gobierno estadounidense muestran su conciencia sobre los riesgos y desafíos tanto para la retirada como para la estabilidad futura en Afganistán. Mientras tanto, muchos expertos en seguridad advirtieron que los talibanes no permitirán que las fuerzas estadounidenses y de la OTAN se retiren de manera segura de la nación surasiática, ya que en el pasado se han registrado repetidos enfrentamientos entre los talibanes y el gobierno afgano.
Cabe mencionar el anuncio de los talibanes emitido el 26 de marzo pasado en el cual declaran su intención de atacar a las fuerzas estadounidenses que permanezcan en Afganistán, si Washington no cumpliera con su compromiso de retirarse antes del 1 de mayo de 2021 según el acuerdo firmado en febrero de 2020. Por lo tanto, no existen garantías de que la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán se desarrolle sin problemas, ni que finalmente se ponga fin a la guerra.