El presidente de Estados Unidos, Joe Biden (Foto: Getty Images) |
El plan del inquilino de la Casa Blanca pondrá fin a la guerra más larga en la historia de Estados Unidos (desde el 11 de septiembre de 2001 hasta el 11 de septiembre de 2021), que dejó un saldo de 2.400 soldados muertos y causó pérdidas materiales estimadas en unos 2 billones de dólares.
El mismo día, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, confirmó que la organización retiraría a casi 7.000 militares activos en Afganistán a partir del 1 de mayo próximo y que el proceso se completará en unos pocos meses. De hecho, los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de 30 países miembros de la OTAN acordaron retirar todas sus tropas de Afganistán de acuerdo con la hoja de ruta anunciada por Estados Unidos.
Un punto de inflexión para la guerra en Afganistán
Esta decisión de retiro no es sorprendente, puesto que muchas generaciones de presidentes estadounidenses anunciaron en su día que pronto se pondría fin a esta guerra, que ha durado 20 años en Afganistán. Ante la declaración de Biden, el mandatario afgano, Ashraf Ghani, dijo que su país respeta la decisión de Estados Unidos y trabajará con sus socios para garantizar una transición sin problemas. También aseguró que las fuerzas de defensa y seguridad de Afganistán tienen toda la capacidad para proteger al país y a los ciudadanos.
Entretanto, Stoltenberg dijo que la retirada de las tropas de la OTAN no es el final de las relaciones con Kabul, sino el comienzo de un nuevo capítulo. Se comprometió a continuar trabajando codo a codo con el pueblo afgano para construir un futuro sostenible para ellos y apoyar la lucha contra el terrorismo, a fin de proteger los logros de los últimos 20 años.
Muchos países acogieron con satisfacción esta decisión, considerándola un punto de inflexión para la guerra en Afganistán. Sin embargo, existen también opiniones contrarias, incluso en Estados Unidos, argumentando que Washington encontrará dificultades en monitorear y prevenir las amenazas en su contra.
Varias personas se mostraron preocupadas por el futuro de Afganistán porque, hasta ahora, no se considera que el Gobierno de Ashraf Ghani sea capaz de administrar el país. Además, las negociaciones de paz entre el Ejecutivo, los talibanes y otros grupos armados no han traído resultados positivos. Por lo tanto, es difícil llegar a un acuerdo de paz en un futuro próximo y la guerra contra los extremistas podría seguir prolongándose.
Soldados estadounidenses en Afganistán (Foto: Reuters) |
Sin resultados positivos en las negociaciones de paz
El proceso de paz en Afganistán se encuentra estancado debido a la interrupción de las conversaciones entre el Gobierno afgano y las fuerzas talibanes en la capital de Qatar, Doha. Por su parte, Estados Unidos aboga por promover las negociaciones de paz antes de que los últimos 2.500 soldados de su ejército abandonen Afganistán. Washington quiere que Kabul y los talibanes establezcan algunos acuerdos para compartir el poder. Sin embargo, se acerca la fecha límite del 1 de mayo, pero no parece haber señales de que ese grupo armado ponga fin a los actos violentos en Afganistán. El pasado 13 de abril, los talibanes afirmaron no participar en la conferencia internacional sobre el futuro del país, programada para este mes en Turquía, hasta que todas las fuerzas extranjeras se vayan.
Según el último informe de la ONU, hay unos 500 terroristas de Al Qaeda operando en Afganistán y los talibanes aún mantienen estrechos vínculos con dicha organización extremista. Ante tal situación, a los observadores internacionales les preocupa que, si los desacuerdos entre el Gobierno afgano y los talibanes no se resuelven, esto sea una oportunidad favorable para que las organizaciones extremistas como Al Qaeda o Estado Islámico reanuden sus operaciones en ese territorio.
El peligro de que Afganistán caiga en una nueva crisis después de la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN es totalmente posible. La esperanza de un futuro pacífico para los afganos sigue siendo muy frágil.