El presidente estadounidense Joe Biden (d.) y el primer ministro iraquí Mustafa al-Kadhimi. (Foto: The New York Times) |
La decisión de la retirada militar fue tomada luego de que el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi, alcanzaran un pacto al respecto en su encuentro realizado en Washington el 26 de julio. De ese modo, Estados Unidos pondrá fin a su presencia militar en la nación árabe luego de 18 años. Al contrario del caso de Afganistán, al término de esta presencia de las fuerzas norteamericanas en Irak, Washington mantendrá relaciones estrechas con el país en el futuro a pesar de su ausencia militar.
Voluntad de Estados Unidos de mantener la cooperación militar con Irak
El hecho de que Estados Unidos alcanzara un acuerdo oficial sobre la retirada de tropas mediante la negociación con Irak, sirve a los cálculos estratégicos de la primera potencia mundial relacionados con esa nación árabe y también con toda la región de Medio Oriente.
De tal manera, el Gobierno de Joe Biden desea que Irak sea un sostén para la estabilidad regional. Un Irak estable no sólo es beneficioso para el acceso de Estados Unidos a los abundantes recursos del país, sino también para que mantenga su influencia en Oriente Medio. En este sentido, Estados Unidos continuará con el apoyo a Bagdad para que dependa menos de Irán, especialmente en el campo de la energía.
A partir del 31 de diciembre de 2021, las tropas estadounidenses en Irak pasarán de misiones de combate a entrenamiento y asesoramiento. (Foto: Ejército de Estados Unidos) |
Washington busca una asociación duradera con Bagdad, y por ello, después del repliegue, la administración de Joe Biden continuará colaborando con Irak en el entrenamiento de tropas y apoyándolo en la lucha contra el Estado Islámico.
Un nuevo inicio para Irak
En cuanto a Irak, este pacto con Estados Unidos supone una gran victoria política y diplomática del Gobierno del premier Mustafa al-Kadhimi. Éste ha recibido muchas presiones de los políticos pro-iraníes en el Ejecutivo, los cuales han pedido en repetidas ocasiones eliminar por completo la presencia militar extranjera, liderada por el ejército estadounidense, en el territorio nacional.
Con el acuerdo alcanzado, el Gobierno de al-Kadhim apuntala a cumplir los reclamos de las fuerzas adversarias y a mantener el apoyo de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo, cuya mayor amenaza es el Estado Islámico.
Además, comienza a generar el equilibrio necesario en la complicada situación en la que se encuentra mientras se relaciona tanto con Estados Unidos como con Irán. Es importante que el Gobierno iraquí tenga suficiente confianza en sí para implementar las estrategias interna y externa en la nueva etapa con la máxima autonomía, especialmente en el contexto de que se está preparando para las próximas elecciones generales, a celebrarse en octubre de este año.
Sin embargo, este paso no representa una garantía muy clara para el futuro de Irak. Quedan muchas preocupaciones aún, a saber, la división profunda entre las fuerzas y formaciones políticas, que existe desde hace mucho tiempo y cuya muestra más reciente es la declaración de varias facciones de boicotear las próximas elecciones y su categórica protesta contra el nuevo pacto alcanzado con Washington.
En segundo lugar, es imposible no mencionar la insuficiencia del Gobierno y las fuerzas de seguridad de Irak en la solución de la crisis, en vista que los recursos financieros se han agotado a causa de la corrupción, la inestabilidad social y los impactos de la pandemia de covid-19. Mientras tanto, el Estado Islámico ha mostrado un fuerte resurgimiento en el último tiempo, con una serie de atentados contra los intereses de la administración iraquí y su mayor aliado, los Estados Unidos.
Expertos alertaron que Bagdad debe aprender lecciones de lo que se está sucediendo en Afganistán, para hacer los preparativos necesarios y cuidar del futuro del país en el contexto político y militar complicado de la región en la actualidad.