(VOVworld) – Situado en el centro del distrito de Hon Dat, en la meridional provincia vietnamita de Kien Giang, el pueblo de Dau Doi es un destino obligado para los amantes de la alfarería. Al llegar a esta localidad, tienen la oportunidad de conocer más sobre su tradicional oficio.
En la década de los 80 del siglo pasado, Dau Doi vivió una época dorada ya que sus productos se vendían como pan caliente, mientras hornos y talleres se multiplicaron por todas partes. La alfarería les garantizaba a sus pobladores, de origen jemer en su mayoría, una vida acomodada. Sin embargo, con el paso del tiempo, aparecieron nuevos productos como recipientes plásticos, cocinas de gas y hornos eléctricos, por eso la pasión por la cerámica y sus artículos, pesados, frágiles y voluminosos, se redujo considerablemente. El descenso del oficio tradicional de la aldea de Dau Doi ha afectado a muchas familias locales, pero estas se empeñan en mantenerlo y beneficiarse de él.
Productos de cerámica puestos a la venta en el mercado de Hon Dat
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Hoy día la aldea produce y comercializa principalmente pequeños fogones de terracota, explica Tran Van Tue, dueño de un taller de cerámica en Dau Doi. Tue recordó que en 2006 su familia invirtió mil dólares en la compra de una máquina trituradora y mezcladora de tierra que le permite moler finamente la arcilla, ahorrar fuerza de trabajo y aumentar la productividad. Antes se necesitaban dos o tres días para amasar el barro con la mano, pero gracias a esta máquina, se puede terminar la preparación de la tierra en solo dos horas. Tran Van Tue añadió: “Soy la tercera generación de ceramistas. Este oficio se transmite de padres a hijos. Ahora fabrico hornos para las seis provincias del suroeste y el trabajo me va bien. Cada dos semanas, la venta de mil hornos me aporta una facturación de cinco millones 500 mil dongs (unos 200 dólares)”.
Los fogones rústicos pero prácticos fabricados en Dau Doi son muy demandados en el delta del río Mekong
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Mientras los hombres se ocupan de mezclar y secar la tierra, así como de guardar los objetos de cerámica terminados y las otras labores que requieren fuerza, las mujeres se encargan únicamente del modelado. Hasta la fecha, las féminas ceramistas de la aldea de Dau Doi siguen fieles a las técnicas tradicionales. Ngo Thi No las aprendió de su madre y las ha mantenido durante sus veinte años de alfarera. Ella comentó lo siguiente: “Puedo crear 50 fogones a mano cada día, lo que me proporciona una ganancia de alrededor de cien mil dong. Aunque los beneficios económicos no son muchos, me gusta seguir trabajando en este oficio ancestral”.
Las mujeres de la aldea alfarera de Dau Doi moldean a mano los productos
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Para estos fogones, muy demandados en la región oeste de la Cochinchina, se utilizan leña o cáscaras de coco como combustibles. En Dau Doi hay grandes espacios de fabricación de fogones, cada uno con un estanque para poner en remojo la arcilla, un horno y un patio para secar las piezas. Una vez moldeadas y secadas, estas son colocadas en el horno. Este es considerado un paso fundamental ya que decide la calidad de los productos, aunque los hornos son rústicos. Desde hace veinte años, para esta fase los artesanos utilizan solo cascarillas de arroz como combustible en lugar de madera o paja. Tran Thi Sang explicó: “La cáscara de arroz es capaz de estabilizar y mantener la temperatura durante tres o cuatro días, mientras que la madera o paja se consumen en solo dos o tres horas, como máximo. Cada taller alfarero necesita entre 500 y 600 sacos de cascarillas de arroz al día”.
Los productos de cerámica de Dau Doi son muy prácticos en la vida cotidiana y su reputación se extiende por todo el delta del Mekong. No solo aportan ingresos a los locales, sino que además reflejan el arte y las técnicas tradicionales de los pobladores jemeres en la fabricación de objetos de barro cocido.