Una mujer étnica lleva en un cuévano productos de sus cultivos al mercado. (Foto: VOV) |
Algunos días de la semana, H’Bhieo Eban, radicada en la aldea de Ale B, del barrio de Ea Tam, en la ciudad de Buon Ma Thuot, lleva productos de su huerto al mercado. En esas fechas se levanta temprano para arreglar las cosas. Ella mete legumbres y frutas en un cuévano para llevarlo a cuestas, mientras el resto de las mercancías y enseres lo pone en una cesta redonda de bambú atada en la parte trasera de su bicicleta o moto. Como para las demás mujeres de la etnia Ede, el cuévano está muy vinculado a la vida de H’Bhieo desde su infancia. Ella dejó saber:
“Este cuévano me acompaña desde hace mucho tiempo. Antes era utilizado para transportar más materiales, desde la leña hasta el agua, cuando teníamos ramas y trozos de madera encontrados en el bosque como único combustible y debíamos ir a buscar agua a los riachuelos. Hoy en día usamos los cuévanos principalmente para trasladar verduras y productos comprados o a vender en el mercado. Nos es cómodo, ya que los llevamos en nuestros hombros, sin tener que cansar las manos con tantas cargas”.
Los cestos tradicionales de los Ede aparecen en un mercado junto a otros utensilios corrientes. (Foto: VOV) |
En la provincia de Dak Lak en general y la ciudad de Buon Ma Thuot en particular, los cuévanos son utensilios populares. En la mayoría de los mercados locales se ve filas de esos cestos de bambú en los que se meten todo tipo de enseres y mercancías, fáciles de identificarse para los compradores.
Según Y Ky Nie, residente en la aldea de Trung, de la comuna de Krong Jing, distrito de Mdrak, las mujeres sacan provecho de los cuévanos, pero son los hombres quienes los crean.
“En la comunidad Ede, solo las mujeres llevan los cuévanos. El objetivo indispensable para los hombres es el xa-gac, una herramienta agrícola tradicional de nuestro pueblo. Los cuévanos son usados para trasladar agua, leña, verduras silvestres, comidas y frutos cosechados en los bosques y los campos”, dijo.
En comparación con los cestos elaborados por otros grupos étnicos en Tay Nguyen (Meseta Occidental), los de los Ede tienen una base más alta, hecha algún tipo de madera ligera y resistente procedente de árboles como el flamboyán, el cinamomo o el algodonero rojo. Esta parte sirve como un sostén para mantener el equilibrio de los cuévanos cuando se los coloca sobre el suelo. Además, tienen tamaños muy distintos, siempre ajustados a la espalda de quienes los usan.
No sólo son útiles, sino que también son obra de un trabajo minucioso, la habilidad, la creatividad y el buen sentido estético de los autóctonos. Y To Bkrong, radicado en la aldea de Tong Ju, de la comuna de Ea Kao, ciudad de Buon Ma Thuot, dijo que es importante seleccionar el bambú, el cual debe ser bien maduro y sólido. El material es cortado en largos trozos, y estos son divididos en varillas finas y puestos a secarse al aire. Añadió que antes de tejer el cuévano es necesario mojar esas varillas para que queden flexibles y fáciles de trabajar. Tras hacer el cuerpo se crea el borde superior con varitas de bambú gruesas y firmes.
Pero solo estará disponible para el después de ser colgado sobre la cocina durante días. El calor del fuego y el humo lo van tiñendo de un bello marrón y lo hacen más resistente aún, destacó Y To Bkrong. Él domina estas técnicas desde hace mucho tiempo gracias a lo que aprendió de los adultos.
“Yo aprendí a tejer cuévanos de pequeño, mirando cómo lo hacían las personas mayores de mi aldea. Los observaba trabajar y luego los imitaba, creando mi propio cesto. Con el tiempo fui afilando mis técnicas y habilidades”, contó.
Antes, los cuévanos acompañaban a las abuelas, madres, hermanas y niñas de la etnia Ede a las parcelas y los aguaderos, ahora, están presentes en las áreas urbanas con las mujeres de esta comunidad. Aún siguen siendo muy útiles en la transportación de bienes y enseres, y un sello cultural particular de los residentes en las Tierras Altas Centrales de Vietnam.