Soldados en un puesto de control de camino a la sede parlamentaria en Naypidó, Myanmar, el 1 de febrero de 2021. (Foto: Reuters)

El 1 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió al Ejército birmano que abandonara el poder de inmediato y advirtió de la posibilidad de reimponer las sanciones al país, levantadas gracias a la transición democrática de esta nación del Sudeste asiático. El nuevo mandatario estadounidense señaló que Washington se coordinaría con sus socios de la región y del mundo para apoyar la recuperación de la ley en ese territorio, así como para culpar a los involucrados en el reciente golpe militar.

Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón emitió un comunicado en el que expresó su “profunda preocupación” por la situación en Myanmar e instó a las partes involucradas a implementar el proceso de democratización y reconciliación nacional.

Mientras, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el primer ministro británico, Boris Johnson y el portavoz del gobierno francés, Gabriel Attal, lamentaron lo que había acontecido en Myanmar. Al mismo tiempo, instaron a las partes a respetar la voluntad del pueblo birmano demostrada en las elecciones a la Asamblea Nacional del 8 de noviembre del año pasado.