La crisis de la Amazonía preocupa a todo el mundo. (Foto: Reuters) |
Con una superficie total de cerca de 7,6 millones de kilómetros cuadrados que se extiende por nueve países de América Latina, la Amazonía es el mayor bosque tropical húmedo mundial. Se detectaron alarmantes focos de fuego en la zona a fines de julio, pero solo logró alarmar al mundo tres semanas después su gravedad. Entre las causas están las naturales pero también las humanas. La estación seca hace multiplicar las llamas, pero las quemas en los bosques por parte de los agricultores en amplias áreas de la Amazonía dificultan las tareas de extinción.
Urge proteger la selva
La protección de la Amazonía es una tarea urgente en el enfrentamiento a la variación del clima por la gran cantidad de dióxido de carbono (CO2) que absorbe diariamente. La región amazónica crea el 20% de oxígeno en el mundo y por tal razón, es considerada como el “pulmón del planeta”. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, si esta zona es destruida hasta un nivel insuperable, podría emitir carbono, uno de los factores causantes principales del cambio climático.
La realidad demuestra que las vastas selvas tropicales desempeñan un papel sumamente importante en el ecosistema mundial, puesto que absorben el calor. A causa de los incendios como los que está sufriendo la Amazonía, su capacidad de absorber CO2 puede tardar más de 100 años para recuperarse.
Expertos estimaron que la multiplicación de las llamas en la región amazónica acelera el calentamiento global y ejerce impactos directos en la diversidad ecológica de la zona. En concreto, se estima que la temperatura global aumente 0,1 o 0,2 grados centígrados más. Mientras, la pérdida de vastas áreas boscosas se traducirá en la desaparición de la diversidad ecológica. Decenas de miles de especies vegetales, cientos de miles de tipos de insectos y especies silvestres en la Amazonía serán damnificados y en fin, el mundo perderá millones y millones de animales.
Necesidad de la cooperación internacional
Los incendios en la Amazonía son tan graves que ya no son solo un asunto propio de Brasil o los países de América del Sur, sino un problema apremiante de todo el mundo. El secretario general de la ONU, António Guterres, urgió a protegerla a toda costa. Una conferencia sobre la situación en esa región se efectuará este viernes en la ciudad colombiana de Leticia al margen de la próxima reunión de la Asamblea General de la mayor organización mundial. Guterres se mostró esperanzado en una actuación más fuerte de la comunidad internacional, para frenar los incendios lo antes posible y con todos los medios factibles, antes de desplegar una política de reforestación integral.
Con antelación, la Cumbre del grupo de los siete países más industrializados del mundo (G7) en Biarritz (Francia), acordó destinar un fondo de 20 millones de dólares a la Amazonía, principalmente para el envío de aviones antiincendios a las zonas afectadas y el plan de reforestación a medio plazo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, conocido por su actitud dura en el tema del clima, tuvo que intercambiar por vía telefónica con su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, sobre la situación de la Amazonía, y aseguró que Washington está dispuesto a ayudar al gigante sudamericano. El primer ministro británico, Boris Johnson, también prometió financiar 10 millones de libras esterlinas (equivalentes a 12 millones de dólares) para contribuir al mantenimiento del entorno dentro de la selva, al tiempo que instó a los líder mundiales a aumentar los esfuerzos por salvar las especies en peligro de extinción.
Las llamas ardientes en vastas superficies selvática y durante largo tiempo son una catástrofe para el medio ambiente. Las consecuencias de los incendios es una campana de alerta para alarmar a la humanidad de la importancia de la explotación responsable de sus recursos y la preservación de los bosques.