Antes de convertirse en jefe de Estado de Estados Unidos, (en enero de 2021), Joe Biden ya se había reunido muchas veces con Xi Jinping. Sin embargo, se trata de la primera reunión bilateral entre ambos gobernantes desde que Biden asumió la presidencia. Por ello, estas conversaciones acapararon la atención de ambos países y de la opinión pública internacional.
Contexto desafiante
La cumbre ocurre en un momento en que las relaciones bilaterales se encuentran a su nivel más bajo en décadas. Este deterioro comenzó durante la presidencia de su predecesor Donald Trump. Al sucederle, Biden continuó considerando a China como el principal desafío de su país, y, al mismo tiempo, intentó armar una alianza para enfrentarlo. Su intención se vio reflejada de forma evidente en su histórica visita a Europa en junio.
En víspera del encuentro, el 13 de noviembre, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, indicaron que ambas partes discrepan ahora en una serie de temas, encabezado por Taiwán (China). Mientras tanto, Antony Blinken planteó la preocupación de Washington por la “presión militar, diplomática y económica” de Beijing sobre este territorio. En respuesta, Wang Yi dejó en claro que su nación considera “muy peligroso” el apoyo a la independencia de Taipei (China) por parte de Estados Unidos.
Otro tema al que el gigante asiático ha reaccionado con fuerza fue al establecimiento el pasado septiembre de la alianza defensiva AUKUS de Estados Unidos con sus dos aliados, Reino Unido y Australia, así como al aumento del contacto de Washington con socios importantes en la región de Asia-Pacífico. Mientras tanto, la disputa comercial que ha existido durante ya muchos años entre las dos partes no ha mostrado signos de enfriamiento. Otras diferencias incluyen los derechos humanos y la libertad de navegación en el Indo-Pacífico.
En adición, los líderes de ambos países también se enfrentan a presiones sobre cuestiones internas. Para Biden, se trata de cómo atraer el apoyo de los votantes que sostienen una postura dura contra China en las elecciones legislativas de mitad de mandato en 2022, y más allá de los comicios presidenciales de 2024.
Xi, por su parte, debe mostrarse como un líder fuerte y decisivo antes del Congreso Nacional del Partido Comunista previsto para celebrarse el próximo año.
Todas estas circunstancias evidencian que el contexto actual plantea un gran desafío a las perspectivas de mejorar las relaciones entre Estados Unidos y China en el corto plazo.
Pasos necesarios
En medio de los feroces enfrentamientos entre las dos potencias, la organización de la próxima cumbre sigue siendo un paso importante y necesario para el futuro de sus vínculos. Se trata de un canal de diálogo que ayuda a las dos partes a comprender mejor sus puntos de vista, así como los requisitos y necesidades de cada uno, para a partir de ello adoptar los ajustes adecuados y capaces de evitar el empeoramiento de la situación.
A pesar de sus duras declaraciones, los funcionarios de los dos países afirmaron su deseo de lograr el diálogo y la cooperación. Justo antes de la reunión, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que los dos líderes “debatirán formas de gestionar responsablemente la competencia entre ambas partes, así como medidas para promover su cooperación en beneficio mutuo”.
Del lado chino, en un mensaje enviado recientemente a la Cena de Gala del Comité Nacional de Relaciones Estados Unidos-China en Nueva York, el presidente chino Xi Jinping reafirmó su voluntad de fortalecer la colaboración con Washington en todos los campos, para abordar conjuntamente los principales desafíos regionales e internacionales, así como controlar adecuadamente los desacuerdos y hacer que las relaciones binacionales vuelvan a encarrilarse.
Otro ejemplo de ello es que Estados Unidos y China llegaron a un consenso y emitieron una declaración conjunta sobre el cambio climático durante la COP26, la conferencia de la ONU sobre este tema que se realizó en Glasgow, Escocia.
Está claro que tanto Estados Unidos como China buscan impulsar el diálogo y la cooperación. La cuestión que ahora preocupa al público es si las dos partes tienen la suficiente confianza entre sí para eliminar los desacuerdos y trabajar juntos, en beneficio de cada uno y de la comunidad internacional.