Soldados desplegados fuera de una iglesia en Colombo, Sri Lanka, tras los atentados del 21 y 22 de abril de 2019 (Foto: Xinhua/VNA)
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El 21 de abril pasado, cuando se celebraba la misa de Pascuas, una serie de explosivos fueron detonados en hoteles de lujo e iglesias de la minoría cristiana en Sri Lanka, matando a 310 personas e hiriendo a medio millar. Un día después, un coche bomba estalló cerca del templo de Sant Anthony, en Colombo, cuando los policías trataban de desactivarla.
Los ataques son considerados los más sangrientos en la historia de ese país desde la guerra civil de 26 años, que terminó en 2009 y dejó más de 100 mil muertos.
Huellas del terrorismo internacional
Las autoridades esrilanquesas identificaron al grupo islamita local National Thowheeth Jama'ath (NTJ) como autor de dichos atentados. Se trata de una organización extremista poco conocida que solía atacar estatuas budistas, por lo que se cree que recibe algún tipo de apoyo desde redes terroristas exteriores.
Los analistas no descartan que el NTJ sea la rama del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en Sri Lanka, que busca recuperar notoriedad tras ser derrotado en Irak y Siria. La conclusión se debe a que los últimos ataques violentos en el país de Asia del Sur son similares a los ejecutados por los yihadistas en el Oriente Próximo y el Sudeste Asiático, desde la selección de los destinos turísticos más concurridos hasta la forma de realización más cruel. Sus blancos siempre son los inocentes. Las sospechas también se fundan en que el NTJ expresa públicamente su apoyo al Estado Islámico y uno de sus fundadores, Zahran Hashim, es acusado de realizar estos atentados con bomba.
Preocupaciones por nuevos ataques
Sri Lanka es un país multirreligioso y multiétnico. El 10% de su población es musulmana, el 13% hindú, el 8% cristiana y el resto budista. A lo largo de su historia ha habido muchos enfrentamientos inspirados en el extremismo y la intolerancia religiosa. Los conflictos permanecen latentes y estallan fácilmente y malogran los esfuerzos del gobierno por mantener la paz. Aunque el motivo de la serie de ataques contra los cristianos, recientemente ocurrida en el país, aún no ha sido aclarado, muchos observadores creen que estos podrían provocar nuevos enfrentamientos.
De resonancia mundial, los sangrientos ataques en Sri Lanka advierten a otros países de que los yihadistas aún no desaparecen. Indonesia, con una población de mayoría musulmana, estrecha la vigilancia sobre las redes terroristas ocultas. La policía nacional está en alerta ante cualquier situación y conspiración. Mientras, Estados Unidos afirmó que los yihadistas aún son una amenaza global y que seguirá la lucha contra ellos.
Las bombas en Sri Lanka en los días 21 y 22 pasados pusieron fin a una década de paz en el país. Eso no solo afecta su progreso, sino también confirma que el terrorismo aún existe.