El término “trata de personas” a menudo se refiere al tráfico de los seres humanos con fines de explotación laboral, trabajo forzado o esclavitud sexual. Las víctimas son atraídas bajo promesas de un empleo atractivo y estable. Entre las personas con mayor posibilidad de ser blancos de los traficantes están los jóvenes que huyen de sus casas y los que no tienen hogar, así como las víctimas de la violencia doméstica, la agresión sexual, la guerra, los conflictos o la discriminación.
En la actual era de fuerte desarrollo tecnológico, el concepto de identificador digital (ID) no es tan extraño como lo fue hace unas décadas. Específicamente, la información de cada persona, especialmente la biométrica, incluidas sus huellas dactilares o el escaneo de sus iris, se guardan en el sistema de blockchain.
Una vez almacenados los datos en dicho sistema, no se pueden cambiar ni alterar, lo que impide a los traficantes falsificar o cambiar la identidad de las víctimas, un método comúnmente utilizado por ellos para pasar personas por los controles fronterizos.
Es importante destacar que la tecnología de blockchain también está descentralizada, lo que significa que los datos integrados son mucho más seguros que los guardados en los servidores. Es una tecnología sin bordes. Se puede consultar el ID y aún seguirlo en cualquier lugar, siempre que el ingreso de datos se realice de manera correcta y cuente con la cooperación de las agencias relevantes.
Esta industria todavía está desarrollándose, pero tiene mucha factibilidad de aplicación para abordar los problemas sociales actuales, como el tráfico de personas.