Ubicada en medio de un valle a unos 8 kilómetros del corazón del distrito de Quang Binh, disfrutando del clima tropical monzónico, la aldea Khun acoge a los huéspedes con una atmósfera fresquísima. Tal clima también divide el tiempo de cada año en dos estaciones, una seca y la otra lluviosa.
La aldea Khun destaca por su serenidad. |
La comunidad autóctona se compone de 178 familias de los grupos étnicos Tay, Nung, Dao y La Chi. Viven en palafitos, tejen brocados y otros productos como el “quay tau” (cestas de bambú para espalda), practican herrería, a la vez que conservan sus herencias culturales. Pueden citarse los cantos “yeu” (canto de dúo entre varones y muchachas que se conocen en algún mercado o festival o en camino a faenar en el campo) y “quan lang” (canto tradicional de la boda) de la etnia Tay, el baile con caballos de papel y el ritual al dios del bosque de la etnia Nung, el rito “cap sac” (que marca el paso de la adolescencia a la edad adulta de un hombre) de los Dao, y las celebraciones del fin de la cosecha del pueblo La Chi.
La más perceptible de esas singularidades resulta las casas tradicionales sobre pilotes de la etnia Tay. Suelen construirse con madera de raras variedades y según un diseño único que las adecue al clima y a la topografía de las tierras altas. La parte superior del palafito es donde reside la familia, mientras la de abajo se utiliza para guardar herramientas agrícolas y criar ganado, o como almacén. Los turistas ahora pueden conocer mejor esa típica vivienda porque son invitados a alojarse en la misma, disfrutar de un entorno sosegado en pleno contacto con la naturaleza y mezclarse en la vida diaria de los anfitriones.
“Los visitantes pueden probar las tareas cotidianas de los pobladores como sembrar arroz, segar arroz o cosechar maíz, dependiendo de qué temporada sea, o caminar al área de cuenca arriba de los ríos y explorar bosques primitivos con unas arboladas espectaculares. Además, son bienvenidos a participar en las actividades culturales junto con artesanos locales”, informó Vang Van Tan, dueño de un homestay en la aldea Khun.
La cueva Bo My con bellas y diversas estalactitas. |
En la periferia de la aldea se hallan montes rocosos y cuevas con agua o de roca, donde lucen coloridas estalactitas como Sum Khuat y Bo My. Esta última gruta, además de ser una atracción turística, sirve como reserva hídrica para el uso diario de hasta 5 de las 8 aldeas de la comuna de Bang Lang. Su corriente de agua es cristalina refrescante y vadeable, pero en algún tramo se llena a la altura del pecho.
Bo My, en el idioma de la etnia Tay, significa “cueva con muchas peces de Dam Xanh”. Caminando en el agua, el viajero verá peces de dicha especie (Bangana lemassoni), que pesan dos kilogramos cada uno, nadando en banco. Contemplará también una miríada de estalactitas de diversos colores. Cuanto más se adentra, se encontrará con más formaciones curiosas, algunas similares a las cortinas del cuarto de un castillo, otras a una franja de seda que se deja soltar encima de la roca, y bastantes con aspecto de partes del cuerpo humano, del Buda o de una silla inclinada hacia atrás. Hay además detalles ondulantes como los arrozales escalonados en la sierra de Tay Con Linh, que nunca fracasan en maravillar a los turistas.
Extendida sobre casi 2 kilómetros de largo y 20 metros de ancho, la cueva de Bo My lleva a sus visitantes –que pueden sumar cientos– a un nuevo mundo o un espacio fuera del universo, con espléndidos clústeres de estalactitas bajo las luces. Al respecto, el turista Nguyen Tuan Vu, expresó: “Esta es una experiencia muy interesante. Debemos entrenarnos físicamente para poder recorrer toda la cueva y admirar su plena belleza”.
La gastronomía de los compatriotas Tay forma una parte imprescindible de la experiencia recomendada en la aldea Khun. Los ingredientes son todos de origen natural y se preparan de maneras tan sencillas que mantienen intacto su sabor original, tales como las parrilladas de pescado de arroyo, pollo y carne porcina, la sopa de pescado y “hoja ácida” (una planta endémica), y la ensalada con flor del plátano.
La gastronomía de la etnia Tay forma una parte imprescindible de la experiencia recomendada en la aldea Khun. |
Especialmente, el plato denominado “reu da” (musgo rocoso) ganó el primer premio del Festival Internacional de Cultura, Turismo y Gastronomía de Ha Giang que se estrenó este mismo año. El musgo elegido para la delicia es el que crece en rocas a orillas de los arroyos dándoles un típico verdor. Creyendo que el musgo es más exuberante, fresco y suave en la temporada de agua espejada y luna brillante, los Tay suelen recogerlo en ese período. El ingrediente se cocina nada más ser obtenido para que no quede seco ni pierda su sabor típico.
El aldeano Nong Van Hoang compartió: “Con musgo rocoso se puede elaborar muchos platos apetitosos, pero el más destacado es el musgo a la brasa. El musgo se sazona con sal, glutamato de sodio, citronela, especias endémicas y hierbas aromáticas antes de ser envuelto en hojas de plátano u hojas “dong” (Stachyphrynium placentarium) y echado a la parrilla. El plato se suele disfrutar cuando está aún caliente y posiblemente junto con pescado de arroyo también a la parrilla. El sabor del musgo asado, una mezcla de la fragancia típica de ese ingrediente y la del agua de arroyo, deja una inolvidable impresión”.
De momento, más de 10 familias en la aldea Khun se dedican al sector del turismo, ofreciendo servicios de homestay, comida tradicional y actividades que permiten conocer la cultura étnica. La localidad planea ampliar la escala y mejorar la calidad del servicio, a la vez que impulsar la divulgación para atraer a más turistas nacionales e internacionales. Con paisajes preciosos y la diversa cultura autóctona, la aldea Khun es un destino prometedor para quienes viajan a la tierra de Ha Giang.