Ubicada en la esquina izquierda de la entrada de la escuela Nguyen Dinh Chieu, la clase de 70 metros cuadrados tiene muchas ventanas. En el centro hay colocada una mesa ovalada. En su pared se cuelgan numerosas pinturas e imágenes coloridas. Bajo estas hay estanterías de madera instaladas a lo largo de la habitación con diferentes estatuillas de terracota. En ese momento, había 10 niños sentados alrededor de la mesa dibujando. Debajo del papel que usan para pintar se observa un panel de madera con rejilla. Esta herramienta les permite seguir con los dedos las marcas en el tablero e identificar las posiciones en su dibujo.

Vu Thi Hai Anh, una alumna de sexto grado con problemas visuales congénitos, está dando forma a un caballito de mar. Su maestro le dio un modelo de plástico de este animal para ayudarle a percibirlo. “Me parece que su forma es rectangular, con una serie de huesos triangulares a lo largo de la espalda. Tampoco sé de qué color es, pero me gusta el naranja, así que dibujaré este cuadro en ese color. Quiero dibujar un caballito de mar nadando libremente en el agua”.

A diferencia del pensamiento de muchas personas, el mundo de los jóvenes invidentes no es solo el negro de la oscuridad. Los profesores de allí les inspiran una pasión por el arte y les alientan a optimizar su imaginación y creatividad. Por lo tanto, sus obras son únicas y peculiares porque se realizan a partir de sus pensamientos y percepciones del mundo circundante. Ha Minh Tu, una estudiante de séptimo grado, expresó lo siguiente: “Nuestro maestro nos enseñó a dibujar. Suelo pintar a base de mis emociones e imaginaciones, generalmente las cosas más cercanas a mí”.

El itinerario de los amantes del arte se refuerza por la paciencia de los voluntarios quienes también son los profesores de la clase. Pese a las distintas dificultades en el proceso de enseñanza, nunca tienen la intención de abandonar su trabajo porque perciben la pasión ardiente y el empeño incesante de sus alumnos. Duong Ai Nhi, una de las maestras, compartió: “Previamente, pensé que las personas ciegas no podían dibujar. Pero después de muchos años de enseñanza me di cuenta de que realmente saben pintar y crear arte. El mayor problema para mí es instruirles cómo sostener el lápiz, ya que usan solamente la pantalla de braille. Por ende, en cada sesión de estudio suelo ir moviéndome alrededor de la mesa, deteniéndome en el lugar de cada estudiante para guiarle detalladamente”.

¿Cómo visualizan las personas invidentes la forma de los objetos? Tal pregunta era una de las preocupaciones de los maestros de la clase. Así que decidieron combinar la descripción con dar muestras de los objetos a sus alumnos para tocarlos, lo cual les ayuda a imaginarlos más fácilmente. La profesora Nhi agregó lo siguiente: “Mi método es estimular la creatividad de los niños, de esta manera los maestros solo actuamos como guías. Es la razón por la que sus obras no están limitadas por conceptos, ni sujetas a leyes visuales. Con la pintura, ellos pueden enriquecer sus ideas y prestar mayor atención a las cosas que les rodean”.

Aparte de la pintura, los estudiantes con discapacidades visuales de la “Casa del Arte” tienen la oportunidad de participar en actividades de manualidades, así como hacer cerámica después de horas de estudio en el aula. Al igual que el significado de su nombre, este lugar alimenta los sueños de los niños desafortunados, motivándoles con más fuerza para perseguir su pasión dedicada a la creatividad artística.