En la referida declaración, los tres dirigentes afirmaron que un ataque a Rafah provocaría un desastre para la situación humanitaria, de por sí muy grave en la Franja de Gaza. Subrayaron que cualquier acción militar en esta zona será devastadora para el pueblo palestino.
Los líderes de Australia, Nueva Zelanda y Canadá llamaron a Israel a no llevar a cabo este plan y afirmaron que no se puede obligar a los civiles palestinos a pagar el precio en el esfuerzo por derrotar al movimiento islámico Hamás.