Reporteros visitan la familia de La Van Khan (Foto:quochoi.vn)
|
En la casa sobre pilotes al lado de la escuela primaria de Chieng Bang, el líder de ese linaje, La Van Khan, nos confesó que en otro tiempo los cinco hermanos de su familia eran analfabetos. A sus 11 años de edad, el siguió por curiosidad a algunos niños del pueblo cuando iban a clases. Inmediatamente se sintió atraído. Como no tenía libros, cuadernos ni bolígrafos, los pidió prestados y empezó a ir a la escuela. Pasó el tiempo y después de vencer muchas dificultades, finalmente se graduó de pedagogía y regresó a su terruño natal para impartir conocimientos a sus compatriotas. Él dijo:“En mis tiempos de estudiantes, en mi clase solo éramos seis. Pero todos abandonaron la escuela debido a la hambruna, excepto yo. Me quedé hasta el final”.
Cuando regresó a su aldea, todas las niñas de Bo Ban eran analfabetas porque según las tradiciones, las mujeres estaban destinadas a casarse, tener hijos y trabajar en los arrozales. Pero el señor Khan las persuadió a ir a la escuela para librarse su destino y contribuir a la prosperidad de la tierra natal.
Gracias a este esfuerzo, el número de estudiantes en Bo Ban aumentó gradualmente y, con el tiempo, varias de ellas, ya graduadas, ocuparon puestos en la administración local. Una de ellas es La Thi Hay, quien expresó: “Nunca pensé que podría ir a la escuela. Recuerdo que al principio, cuando trabajaba en la cooperativa, me engañaban al pagarme el salario. Desde entonces decidí ir a la escuela y animé a hacer lo mismo a mis hermanas y sobrinas.¡Solo de esa manera podíamos escapar de la pobreza!”
Turistas en un recorrido por el embalse de la central hidroeléctrica de Son La organizado por la cooperativa de Le Van Phong (Foto:baosonla.org.vn)
|
Otro ejemplo de ese linaje es La Van Phong, quien después de lograr en 2014 el título de licenciado en Administración de Empresas en la Universidad del Noroeste, decidió establecer una cooperativa dedicada a la acuicultura y al ecoturismo. Su objetivo era mejorar la economía y contribuir a la prosperidad de su tierra natal. El joven señaló:“Heredero de la afición familiar por el aprendizaje, haré todo lo posible para desarrollar mi cooperativa con el deseo de presentar los potenciales turísticos de Quynh Nhai a tantos visitantes como sea posible”.
Gracias a la preferente atención a la educación, el nivel cultural de los miembros del linaje La ha mejorado, al igual que sus condiciones de vida. Hasta la fecha, la tasa de hogares pobres solo representa el uno por ciento de sus miembros, una proporción bastante notable. Varios de ellos están desarrollando la piscicultura en el embalse de la planta hidroeléctrica de Son La, lo que les permite obtener un beneficio anual de entre 200 y 300 millones de dongs (de 8.600 a 12.900 dólares). Con esos ingresos pueden continuar financiando el estudio de la generación más joven. La pasión de la familia La pasión por el estudio encendió en la etnia Thai un fuego vocacional que se ha extendido por esa zona montañosa del norte del país.