Para muchos habitantes de la región sur-occidental de Vietnam su vida está íntimamente ligada al sonido de las sierras manuales y eléctricas, el cepillo de madera y la perforadora, todo ello entrelazado con el aroma de la viruta. A partir de piezas de madera cruda, las hábiles manos de los artesanos locales transforman estos materiales en mesas, sillas, barcos y otros artículos decorativos.
Desde piezas de madera, las hábiles manos de los artesanos locales transforman estos materiales en mesas, sillas, barcos y otros artículos de bellas artes. (Foto: baoangiang.com.vn)
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Según los ancianos locales, la carpintería es un oficio antiguo que ha prosperado hasta hoy en día, gracias a la abundancia de bosques ricos en maderas preciosas para la fabricación de artículos esenciales del hogar, como el trac (Dalbergia cochinchinensis), el cam lai (Dalbergia oliveri) y el go (Doussie).
Otros tipos de madera de buena calidad como el sao (roble dorado), el bang lang (embrujo de la India), el cam xe (Xylia xylocarpa) se utilizan para hacer columnas de casas y embarcaciones.
Los diestros artesanos suelen provenir de las provincias del centro y del norte, emigrando al sur mientras ejercen su oficio y transmiten sus conocimientos, estableciendo numerosos gremios de carpintería famosos en Ciudad Ho Chi Minh, Lai Thieu y Thu Dau Mot (provincia sureña de Binh Duong).
Fundada en 1892, la aldea de Cho Thu, ubicada en la comuna de Long Dien A, provincia sureña de An Giang, es conocida como el mejor pueblo de carpintería y talla de madera de toda la región del suroeste.
A lo largo de los años sus productos han evolucionado y se han diversificado, abarcando desde artículos domésticos hasta obras de arte para el turismo, destacándose en la elaboración de altares, armarios, mesas y sillas.
En 2006, las autoridades provinciales reconocieron a Cho Thu como una aldea de oficio tradicional, con más de mil talleres y alrededor de dos mil artesanos. De este villorrio, el oficio de carpintería se extiende a otras cuatro comunas vecinas del distrito de Cho Moi.
Tran Minh Doan, un artesano local, comentó que la característica distintiva de sus producciones es su exquisita artesanía, que combina lo rústico con lo tradicional, evitando el uso excesivo de máquinas, ya que creen que, aunque la maquinaria sea precisa, nada se compara con la habilidad y la creatividad del artesano.
“Después de 100 años, hoy contamos con cinco aldeas de carpintería tradicional. La compraventa ahora se realiza de muchas maneras, por lo que es algo diferente de hace años. Actualmente las instalaciones suelen ser pequeños talleres que se encargan de la recolección y distribución en las provincias. Yo llevo trabajando unos pocos años, pero hay muchos otros talleres que han sido transmitidos de generación en generación, posiblemente desde hace más tiempo. Ellos se dedican principalmente a la fabricación de artículos de decoración para el hogar por encargo”, agregó Minh Doan.
La aldea de Ba Dai, del distrito de Lai Vung perteneciente a la provincia de Dong Thap, se destaca en la región suroeste por la fabricación de barcos. Tras 100 años de fundación, en 2015 el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo de Vietnam reconoció este oficio como un patrimonio cultural intangible nacional.
El carpintero Nguyen Van Tot, conocido como Bay Tot, compartió que los artesanos locales persisten en su oficio no sólo por razones económicas, sino también porque sienten una profunda responsabilidad de mantener viva la tradición y la singularidad de sus fabricaciones.
“Aquí en mi pueblo los ancianos nos decían: poseer abundante tierra no se compara con dominar un oficio. Soy de la cuarta generación de una familia dedicada a la fabricación de barcos. Para mantener vivo este oficio hay que tener mucha pasión por ello; de lo contrario, resultaría imposible”, manifestó.
Para crear productos sofisticados, los artesanos deben usar herramientas específicas. (Foto: baoangiang.com.vn)
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Nguyen Minh Toan, un carpintero con varias décadas de experiencia en la provincia de Ca Mau, comenta que comenzó en este oficio a los 14 años. Dedicándose con esmero a trabajar la madera y a usar el cepillo, aproximadamente ocho años después Toan se convirtió en un artesano experimentado.
“En este oficio de la carpintería para llegar a fabricar un producto preciso, se requiere mucha dedicación y esmero. Muchas personas vienen a preguntar si pueden aprender, pero tras un tiempo se dan cuenta de que no pueden avanzar. Si no logran mejorar sus habilidades, se ven obligados a dejarlo. Antes todo se hacía a mano; todos los salones y muebles se tallaban manualmente, sin máquinas. Antes de la llegada de las máquinas, completar un juego de salón podía tomar más de quince días. Ahora, con las máquinas, el trabajo se termina en sólo dos o tres días”, dijo Toan.
El compromiso con la carpintería no sólo refleja un profundo amor por el oficio, sino también un deseo ferviente de preservar una tradición invaluable. Los artesanos transforman la madera en productos útiles para la vida cotidiana. Para muchos, mantener y desarrollar este legado profesional es una responsabilidad que trasciende generaciones, asegurando que la singularidad y el carácter distintivo de la carpintería del suroeste perduren con el tiempo.