Negociaciones comerciales entre delegaciones de Estados Unidos y China, el 9 de junio de 2025 en Londres. (Foto: Reuters) |
Las conversaciones en la capital británica se celebran apenas cuatro días después de la conversación telefónica entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, en la que ambos manifestaron su disposición a mejorar la compleja relación económica entre sus países.
Buena voluntad por ambas partes
La cita en el histórico Lancaster House de Londres marca el primer uso del mecanismo bilateral de consultas económicas y comerciales desde el encuentro de Ginebra. La delegación china está encabezada por el viceprimer ministro He Lifeng, mientras que la representación estadounidense incluye al secretario del Tesoro, Scott Bessent, al secretario de Comercio, Howard Lutnick, y al representante de Comercio, Jamieson Greer.
El principal objetivo es dar continuidad a la tregua arancelaria pactada en mayo, que contempla una reducción mutua de aranceles durante 90 días. La participación de Lutnick, ausente en Ginebra, es especialmente significativa, ya que su departamento gestiona las restricciones de exportación impuestas recientemente a China. Su presencia sugiere que las exportaciones de tierras raras desde Beijing y de semiconductores avanzados desde Estados Unidos figurarán entre los temas principales.
Estas negociaciones reflejan una voluntad compartida de reconducir las relaciones comerciales hacia una senda más estable, tras las turbulencias provocadas por la nueva política arancelaria de Washington.
Al término del primer día de negociaciones, el presidente Donald Trump afirmó: “Queremos abrir los productos estadounidenses al mercado chino. Si no quisiéramos eso, entonces quizás no haríamos nada. Pero sí queremos abrir ese mercado. Y eso también será algo positivo para China y para el resto del mundo”.
A pesar de las profundas diferencias, consideradas en algunos casos irreconciliables, expertos coinciden en que ambas partes son conscientes de que el statu quo no beneficia a nadie.
Kent Kedl, fundador de la consultora Blue Ocean, con sede en Shanghái, apuntó: “Lo que se necesita para lograr un acuerdo comercial son diálogos normales. Necesitan sentarse juntos, exponer con claridad lo que cada parte desea y, a partir de ahí, avanzar hacia algo más amplio. Creo que ambas partes ya están elaborando planes y estrategias para alcanzar un acuerdo, porque la situación actual no puede prolongarse indefinidamente”.
Impacto económico
Los mercados internacionales siguen con atención esta nueva ronda negociadora, ante los efectos ya visibles de las tensiones en la economía global.
Según datos publicados el 9 de junio por la Administración General de Aduanas de China, las exportaciones de ese país hacia el territorio estadounidense cayeron en mayo un 34,5 % interanual, la mayor contracción desde febrero de 2020. Las importaciones procedentes de dicha nación norteamericana también se redujeron un 18,1 %, una mejora respecto a abril, pero aún lejos de niveles anteriores.
En Estados Unidos, aunque la inflación se mantiene contenida y el mercado laboral da muestras de solidez, los efectos del conflicto arancelario comienzan a hacerse sentir. Numerosas empresas, especialmente del sector minorista, han registrado pérdidas millonarias debido a la imposibilidad de acceder al mercado chino y al encarecimiento de productos importados.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent (izq.), y el viceprimer ministro de China, He Lifeng, se dan la mano al inicio de la ronda de negociaciones comerciales bilaterales en Londres. (Foto: Reuters) |
Eric Zheng, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Shanghái (AmCham Shanghai), explicó: “Los aranceles actuales son demasiado altos para nuestras empresas, ya que seguimos importando materias primas desde Estados Unidos y también exportamos ciertos productos al mercado norteamericano. Estas tarifas están obstaculizando la continuidad de nuestras operaciones. Por eso, esperamos que los gobiernos de Estados Unidos y China logren resolver sus diferencias y lleguen a algún tipo de acuerdo que permita reducir esos aranceles”.
Más allá del impacto directo sobre las compañías chinas y estadounidenses, la comunidad empresarial internacional también observa con preocupación una posible escalada. Diversas asociaciones sectoriales, como la Asociación Alemana de la Industria Automotriz (VDA), la Alianza para la Innovación Automotriz de Estados Unidos o la empresa india Bajaj Auto, han advertido sobre el riesgo de interrupciones en la producción automotriz global ante eventuales restricciones chinas en la exportación de tierras raras.
Otros sectores estratégicos como la electrónica, la aviación o la defensa también se verían seriamente afectados si se agravan las tensiones comerciales entre ambas potencias.