Antes, cada vez que los M’nong lograban capturar un elefante salvaje, no se apresuraban a traerlo a su aldea, sino que lo llevaban a un terreno aislado para su doma. Al cabo de dos o tres meses, tras conseguir amansar y adiestrar al animal, le daban la bienvenida a la comunidad con un ritual especial.

El ritual tradicional de los M'nong para honrar los elefantes (Foto: baotintuc.vn)

Este no solo sirve para celebrar la bravura y habilidad de los cazadores y domadores, sino que además resalta el espíritu marcial y la disposición de los autóctonos por superar los retos y conquistar la naturaleza. En el ritual los habitantes piden que el elefante tenga buena salud, así como la paz y la prosperidad para sus propietarios. De la misma manera, rezan que las deidades acepten al animal como un nuevo integrante del poblado. En este sentido, después del acto el ungulado gozará de buen trato, podrá participar en los quehaceres comunitarios y las fiestas y cumplirá las reglas y tradiciones locales.

Dam Nang Long, nacido en una familia cuyas cuatro generaciones se dedican a la doma de elefantes salvajes en Buon Don, de la provincia altiplana de Dac Lac, explicó: “En la comunidad M’nong, los elefantes son apreciados no solamente como otros bienes, sino además por sus valores culturales y espirituales. Nosotros mantenemos una relación sentimental con ellos, que a su vez, nos acompañan en muchas actividades. Incluso compartimos con estos mamíferos los materiales de la familia. En la estación de lluvias, les rendimos tributo y les informamos que el cielo y la tierra les darán abundantes comidas. También realizamos un ritual similar en la temporada seca, pero para advertirles del agotamiento de los frutos de la naturaleza. De esta manera deseamos estimularlos a fin de superar las dificultades y sobrevivir hasta la próxima estación de lluvias”.

Para muchas familias de la etnia M’nong, el elefante es la garantía del éxito de sus cultivos, pero también representa un amigo íntimo que el Dios (Yang) les ofrece. Por ende, no fallan ni un mínimo detalle en el ritual destinado a pedir buena salud para este animal. Un sacerdote de prestigio, gran conocedor de las costumbre locales, es invitado para dirigir la ceremonia. Este hombre, junto a los jinetes de la aldea, van a la casa de la familia poseedora del mamífero a preparar las ofrendas (que incluyen aguardiente, arroz, un recipiente de agua, unos intestinos de cerdo y otras cosas), celebrar el ritual y agasajarse con deliciosas comidas y buenos licores brindados por el dueño de la casa. Este acto se lleva a cabo cumpliendo los ritos ancestrales en un ambiente sagrado y a la vez animado por los gongs y batintines.

En esta solemnidad, el propietario lee la oración pidiendo que el Dios le dé al elefante mucha fuerza para que pueda cumplir con las tareas asignadas. Después, se acerca al mamífero y pone sobre su cabeza arroz, le rocía aguardiente y le marca con sangre de cerdo. El ritual, imbuido de la particularidad cultural de los étnicos M’nong, reviste un gran significado al demostrar también su respeto y afecto a estos animales. Además de este acto para pedir salud, estos autóctonos realizan otros cuando deben venderlos o desean poner nombre a uno, así como cuando se enferman o mueren.

Hoy en día, estas prácticas son reproducidas en los festivales del elefante en Buon Don y la zona del lago Lac, de la provincia de Dak Lak, con vistas a mantener y poner más en alto este legado cultural especial, y a la vez, para satisfacer la curiosidad de los visitantes en esta tierra famosa con la doma de los grandes ungulados del bosque.