Según
la creencia de los Lo Lo, la muerte no es el fin de la vida, sino el inicio de otra
nueva, por lo que no se sienten muy tristes por la pérdida de algún miembro de
la familia.
Para
las exequias, invitan a un chamán a presidir y realizar los rituales. Preparan
una bandeja de ofrendas al fallecido, las cuales incluyen pollo, arroz
glutinoso y aguardiente. La primera simboliza el vehículo que llevará al
difunto, pasando por montañas y ríos, a la tierra de sus antepasados. Asimismo,
los parientes y vecinos que asisten al servicio fúnebre aportan alimentos a la
ceremonia.
Los tambores de bronce no pueden faltar en los actos funerarios de la etnia Lo Lo (Foto: cstc.cand.com.vn)
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El
sacerdote Lo Di Pao, en Lao Chai, de la provincia de Ha Giang, dio a conocer: “Cuando
muere alguien, su familia debe sacrificar un gallo para el acto funerario, y en
el día del entierro, se ofrenda una res o un cerdo. Los aldeanos, suelen ayudar a las labores destinadas a
despedir esa persona, y les brindan alimentos. Los funerales duran dos días y
terminan cuando depositan el espíritu del difunto en el altar familiar. Las
ceremonias recordatorias se llevan a cabo cada 15 de julio del calendario lunar
o en el aniversario de la muerte”.
En
estas ocasiones, los tambores de bronce siempre tienen una posición importante.
Para los autóctonos, estos instrumentos no solo son un bien preciado, sino algo
imprescindible en los ritos, ya que representan el alma de la etnia. Por su
significado especial, solo los patriarcas o personas prestigiosas de la aldea
tienen el derecho de guardarlos y permitir su uso cuando fallece alguien.
Estos
instrumentos musicales están compuestos por dos unidades, una grande y otra más
pequeña. Los Lo Lo creen que al escuchar sus sonidos los espíritus pueden
encontrar el camino que los lleva hasta donde permanecen sus antepasados. Un
buen tamborileo sirve para llamar al espíritu del difunto. Los toques de los
tambores también marcan los ritmos para los “bailes de fantasmas”, una característica
propia de la etnia. El poblador Lu Di Dieng, dijo: “Normalmente, estos
instrumentos se conservan guardándolos bajo tierra. Solo los sacan cuando
alguien muere. Para pedirlos prestados o devolverlos se necesitan ofrendas
sencillas como un pollo o un plato de arroz glutinoso para rendir tributo a las
deidades y los ancestros de la comunidad”.
Debido
a esta filosofía sobre la vida después de la muerte, los funerales de este
pueblo autóctono comprenden actividades muy particulares, como el disfraz, los
bailes y los saltos. Las mujeres que acuden al acto fúnebre se ponen las ropas y
joyas más bellas que tienen. Mientras, las danzas funerarias sirven para
despedirse del difunto.
En
este rito, llamado también “baile de hombres de la selva”, cuatro jóvenes
solteros, invitados por la familia del fallecido, se tapan con plantas trepadoras
desde la cabeza hasta los pies, salvo sus ojos, tal como creen que se vestían
sus antepasados, para acompañar al muerto a su nuevo hogar. Estos hombres
bailan al son del ritmo de la música, reproduciendo el transplante del arroz,
la siembra y la recolección de maíz, la plantación de lino, el hilado y el
tejido de telas, entre otras actividades laborales.
Hasta
ahora los Lo Lo siguen estando muy apegados a la tradición ancestral de su
pueblo de mantener el luto, muy diferente de la practicada por otras etnias.
Los hijos varones solo guardan duelo por su madre, mientras, las féminas, por
su padre. La forma de hacerlo de las mujeres es también particular, ya que cubren
con una blusa su cabello hasta que se realiza el entierro. Algunas recuerdan a
sus madres conservando algún mechón de pelo cortado de ellas hasta el día de su
muerte.
En
el transcurso del tiempo, las ceremonias funerarias de los Lo Lo se van
adaptando al nuevo estilo de vida del pueblo. Ahora el “baile de fantasmas” o “de
los hombres de la selva” se interpreta al servicio de los turistas, para
contribuir a conservar la idiosincrasia de la comunidad, en concreto y promover
la identidad cultural de las etnias de Vietnam, en general.