(VOVworld) – Al igual que varias otras comunidades étnicas de Vietnam, los Nung rinden tributo al Dios de la Tierra. Al ir a un lugar para establecerse, lo primero que hacen es levantar un templo para venerar a ese protector divino de la que será su aldea. Esta tradición tiene mucho que ver con la gratitud del pueblo hacia las personas que tienen el mérito de construir el villorrio.
Una aldea de los Nung, en la zona montañosa del norte de Vietnam
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El santuario al Dios de la Tierra suele ser erigido luego de que se logra determinar donde se establecerá la aldea. El terreno destinado a esta construcción debe ser un lugar deshabitado, tranquilo y abierto, en uno de los dos extremos del villorrio, pero lo más importante es que debe recibir el consenso de todos los aldeanos, la aprobación de un geomántico y la bendición de un sacerdote.
El templo es un armazón de madera con paredes de enrejado de bambú y techo de tejas o de chapas de metal. Su tamaño depende de la voluntad de la población. Para los lugareños, la deidad de la tierra es el protector divino de toda la aldea, y le rinden culto para pedir que bendiga sus cultivos y les dé bonanza de tiempo y abundantes cosechas.
Vuong Van Duong, residente en la comuna de Thach Dan, del distrito de Cao Loc, provincia de Lang Son dejó saber: “Los Nung conceden mucha importancia al culto a la Deidad de la Tierra, por lo que donde se establecen construyen un templo en su veneración. En nuestra aldea, las 12 familias vecinas junto a la mía edifican un santuario común para rendirle tributo. Las sesiones de culto no son simplemente actividades espirituales o de credo de toda la comunidad, sino además citas de encuentro entre vecinos, donde nos saludamos e intercambiamos experiencias en la producción y la vida cotidiana”.
Bandejas de ofrendas elaboradas para rendir tributo al Dios de la Tierra
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De acuerdo con la filosofía ancestral de algunos grupos Nung, cuanto más sencillo luce el templo más sagrado es. Antaño, solamente los hombres tenían derecho a rendir homenaje al protector divino de la aldea, pero ahora es la responsabilidad y privilegio de ambos sexos. Las áreas en las inmediaciones del santuario son protegidas rígidamente. Eso quiere decir que nadie puede cortar leñas, sembrar árboles y levantar instalaciones productivas ahí.
Loc Khang, un coleccionista e investigador de la cultura popular radicado en la provincia de Lang Son dio a conocer: “El santuario y el área sagrado en la que se encuentra es el espacio de práctica espiritual de toda la aldea. Cada vez que alguna familia desea construir o reparar su vivienda, casar a su hijo o hija, así como organizar funerales para despedir a algún miembro al otro mundo, sacrifica un gallo, elabora un plato de arroz glutinoso y enciende inciensos en el templo para pedir el permiso al Dios de la Tierra. Pero claro el ritual más sagrado y numeroso es el que se celebra en ocasión de la Fiesta del Año Nuevo lunar”.
Después de finalizar la ceremonia, todos los aldeanos comparten las ofrendas menos los pollos, los pasteles “banh chung” y el arroz glutinoso amarrillo y se brindan con júbilo. Las copas de aguardiente serán echadas alrededor del incensario y del templo. De regreso a casa, llaman y conducen masas avícolas y manadas bovinas que están pastando en las laderas de la montaña, dándoles arroz glutinoso amarrillo, con la convicción de que eso les traerá mucha fortuna con bonanza de sus crianzas.
Hasta la fecha, en cualquier lugar que estén y a cualquier grupo que pertenezcan, los Nung mantienen aún este culto tradicional. Para ellos las ceremonias al Protector Divino de la aldea no son solamente una práctica espiritual o religiosa, sino que además les ayudan a estrechar la solidaridad comunitaria y fortalecer el apego a la tierra donde viven.