El fogón de la cocina calienta la casa y da calor a las personas, sobre todo en las noches frías. |
En los palafitos típicos de los Tay, la cocina donde se coloca el fogón es un espacio sagrado, y también se considera la morada del genio del Fuego. Según Hoang Thi Nhuan, investigadora sobre la cultura en la provincia septentrional de Cao Bang, esta deidad, llamada Po Fay en el idioma Tay, trae la suerte y la felicidad a toda la familia. Si el fogón, tradicionalmente de forma cuadrada, representa el Yin, el Po Fay es el Yang. En la creencia del grupo étnico Tay, la armonía entre estos dos factores garantiza la fertilidad y la reproducción. En la nochevieja, todas las casas mantienen encendido su fogón con un largo tronco de leña.
“Según la costumbre invitamos a los ancestros a festejar el Año Nuevo junto a la familia, por lo que en la nochevieja los Tay mantenemos la casa acogedora e iluminada. En esta temporada siempre hace mucho frío. El fuego alivia la frialdad. La prosperidad del año acabado continuará en el año nuevo, hasta la eternidad, gracias al fuego, ya que donde hay fuego hay vida. Cuando pasan las 12 horas de la noche los ancianos avivan la llama del fogón familiar, hierven el agua y rinden tributos a los antepasados en el altar pidiendo al genio del Fuego un nuevo año colmado de paz, prosperidad y felicidad”, explicó Nhuan.
Los hogares Tay, generalmente enclavados en medio de bosques y montañas utilizan la leña como combustible para cocinar y para dar calor a la vivienda, sobre todo en las noches frías. Su fogón, por eso, tiene brasas ardientes casi todo el tiempo. En el techo de la cocina se hace un tipo de estante donde almacenan y conservan los alimentos. La investigadora cultural Hoang Thi Nhuan agregó: “Además de mantener el fogón familiar con fuego, los Tay también utilizan trapos y los enrollan en la copa de una rama para llevar el fuego a las parcelas para quemar hierbas malas. Utilizamos ramas de un tipo de árbol con madera dura que crece en la montaña para mantener ardientes las brasas por mucho tiempo”.
El fuego se mantiene en las casas de los Tay. Su fogón tiene brasas ardientes casi todo el tiempo. |
Tras levantar una casa nueva, lo primero que hacen los Tay es construir la cocina. Esta debe estar unos 5 o 7 centímetros más baja que el piso de la vivienda. El espacio donde colocan el fogón (tradicionalmente hecho de tres piedras o un trébede), está cubierto de una capa de arcilla tomada en los lugares más limpios y protegida por buena madera maciza. Aunque la arquitectura de la casa y los sitios en que ponen las cosas en la cocina de cada familia pueden variar, hay una cosa en común: los rayos del sol nunca deben alcanzar al fogón.
Después de terminar de hacer la cocina, se lleva a cabo una ceremonia para traer al genio del Fuego a la casa. En la cocina siempre hay un altar, donde la gente rinde culto a las divinidades. Este altar, bastante simple, está hecho con un marco de bambú, de 50 centímetros de largo y 20 centímetros de ancho, y está colgado al lado de la cocina. El cuenco de incienso también está hecho de un tubo de bambú.
Los abuelos y padres siempre recuerdan a sus hijos y nietos sobre la importancia de no cortar leña en la cocina, y dejar un espacio amplio para que la gente camine y se siente cómodamente alrededor de ella. El artesano Luong Thiem Phu, radicado en la aldea de Chang Na, de la comuna de Tinh Huc, en el distrito de Binh Lieu, provincia de Quang Ninh, dijo que hay ciertos tabúes para este espacio particular.
“Los abuelos y padres siempre nos recuerdan que al sentarnos junto al fogón no debemos poner los pies en los trébedes y en la propia cocina o mover el tubo de bambú con varitas de incienso porque esta es la morada del genio del Fuego. Tampoco debemos poner la leña muy fuertemente en el suelo, ni cortarla dentro de la cocina. Es prohibido escupir y sentirse de espaldas al fuego, ya que sería una falta de respeto a la deidad de la cocina”, precisó.
La adoración a las divinidades del fuego y de la cocina se preserva hasta nuestros días en los hogares de la etnia Tay. El fogón es sinónimo de vida, y también el símbolo del afecto entre los miembros de la familia. El credo y las actividades alrededor de él crean la particularidad cultural de este pueblo que reside en las tierras altas del norte.