(VOVworld) – Desde su infancia, Lin Acosta abrigaba el sueño de ir a Vietnam a aprender el idioma del Tío Ho, conocer y amar más este país y su gente. La distancia geográfica que separa a su linda Cuba de Vietnam, así como las dificultades en la búsqueda de escuela, además de los altos costos del estudio, a veces le hacían pensar que debía dejar inmaterializada su aspiración. Sin embargo, gracias a los corazones abiertos y generosos de los amigos vietnamitas, la joven llegó a hacer realidad su sueño.
Lin Acosta en su habitación en la Universidad de Hanoi
(Foto: Huong Giang/VOV)
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“Me gusta estudiar el vietnamita. Me gusta Vietnam. Amo y agradezco mucho a mi familia vietnamita”.
Risueña y llena de energía, Lin expresa en vietnamita con una pronunciación muy clara su amor reservado a su segunda familia y el idioma que comenzó a estudiar hace apenas 5 meses. La debutante de la Facultad de Estudios de la Lengua y la Cultura Vietnamitas de la Universidad de Hanoi, cuenta que su mamá trabaja para la Embajada de Vietnam en La Habana al igual que sus abuelos, por lo que desde que nació está conectada con el idioma, el país y la gente de Vietnam.
“Mi familia siempre se ha relacionado muchísimo con los vietnamitas. He tenido relaciones con ellos desde pequeña. Han visitado con frecuencia mi casa, he ido a la embajada y conversado bastante con ellos. Quería estudiar el idioma vietnamita porque en varias ocasiones hablamos allá en Cuba, de cómo era, que resultaba un poco difícil, y me interesó mucho, me llamó la atención. Entonces comenté que me gustaría estudiar el idioma y la cultura. Desde pequeña siempre supe algo, aunque no estudié nunca a fondo de la historia de Vietnam, de su cultura. Y me gusta. Les comenté que me gustaría y ellos me dijeron: Sí, nos gustaría mucho que fueras a nuestro país, a conocernos más. Son muy serviciales para mí y por eso, aquí estoy.”
Pero todo no fue tan fácil desde el principio, porque actualmente Vietnam no tiene muchas becas para estudiantes cubanos, además el coste para el boleto de avión, el estudio, el alojamiento y la vida en Vietnam durante cuatro años supera la capacidad económica de la familia de Lin. Cómo ayudarle a materializar su sueño era la inquietud de muchas personas, entre ellas, el poeta Nguyen Quang Thieu, vicepresidente de la Asociación de Escritores de Vietnam, después de una visita de su esposa a la Embajada nacional en La Habana. El deseo sencillo pero vehemente de la chica de 18 años conmovió al poeta, quien estudió en la Isla de 1985 a 1991.
“Tengo muchos recuerdos relacionados con Cuba, donde estudié, en los años difíciles para los cubanos, pero solo cuando decimos que somos vietnamitas, nos acogen como si fuéramos miembros de la familia. Durante la guerra en Vietnam, todo el pueblo cubano dedicó todo lo posible a nuestro país, incluso su propia sangre. Recuerdo que una vez estuve en el puerto de Mariel y vi el barco Victoria en el mar. Es el barco que transportó muchos medicamentos para los vietnamitas sobrepasando heroicamente zonas llenas de torpedos de Estados Unidos en el puerto de Hai Phong en medio de combates encarnizados, que podían hacer explotar el barco y matar a todos sus tripulantes. Los vietnamitas no podemos olvidar nunca esos episodios.”
Lin invitada a cenar en la familia de una pareja de diplomáticos vietnamitas, amigos cercanos de su madre, en ocasión del Año nuevo lunar 2016 (Foto: Lin Acosta)
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Las memorias atesoradas sobre Cuba, el lugar que le enseñó la magia de las letras, la gran lección de la hermandad fiel y el significado del compartimiento, incitó a Thieu a hacer algo por Lin. Así que junto a funcionarios de la Embajada de Vietnam en Cuba que también son amigos cercanos de la familia de Lin, no escatimó esfuerzos para contactar con universidades en Vietnam y tras muchas gestiones logró conseguir que la Universidad de Hanoi admitiera a Lin como estudiante, además de disminuir la mitad de los costos de estudio y alojamiento en internado para la chica. Una decisión tomada en consenso por toda la familia del poeta Nguyen Quang Thieu, fue comprar el boleto de avión para el viaje de Lin a Vietnam, y encargarse de los demás costos de su estudio en los próximos cuatro años.
Así pues un día soleado de octubre tras un largo viaje de medio globo terráqueo, Lin llegó a Hanoi, un lugar que siempre amó, aunque nunca lo había visitado. La emoción fue tan grande pero nunca se imaginó que fuera tan grande el amor y cariño que le dan acá, lo que alivia mucho su nostalgia y acelera su integración a la vida en Vietnam.
“Desde el principio, todos me prestaron mucha ayuda, los amigos de mi mamá, de mi abuela, de mi familia en general. Fue una ayuda inmensa por parte de ellos. Y me siguen ayudando. Se preocupan muchísimo por mí, me llaman, vienen acá a verme, a visitarme. Me preguntan cómo van los estudios, siempre son muy atentos. Son como mi familia acá en Vietnam. Los gastos han sido todo por parte de ellos, porque mi familia no es muy adinerada. Todo ha sido por parte de ellos, específicamente del señor Thieu, que me ayudó muchísimo desde que estaba en Cuba. También los funcionarios de la universidad. Se pusieron en contacto conmigo y enseguida me explicaron todo lo que tenía que hacer y los documentos que tenía que traer. También recibía mucha ayuda de los profesores porque llegué con un poco de retraso. Tuve clases extra con ellos. Me han ayudado grandemente.”
El poeta Nguyen Quang Thieu, protagonista de las ayudas brindadas a Lin Acosta (Foto: Facebook Nguyen Quang Thieu)
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No solamente los amigos de los padres de Lin, la familia de Nguyen Quang Thieu y los profesores de la escuela, sino muchas otras personas, han contactado con la joven cubana, a través de las líneas compartidas por el poeta en su cuenta de Facebook. Ellos, desde diplomáticos, escritores, periodistas, médicos, policías, empresarios, hasta funcionarios jubilados, estudiantes y campesinos, tanto en Hanoi como en otras provincias como Vinh Phuc, Cao Bang, Thanh Hoa… han compartido con Lin, no solamente dinero, sino todos los sentimientos entrañables dedicados a Cuba y su gente.
Ante la ayuda desinteresada y el cariño que se multiplica cada día, Lin se prometió a sí misma estudiar mucho. Quizá no sabe el plan que preparan el poeta Thieu y los que le quieren para su vida futura, tal como los padres se preocupan por una hija.
“Hemos trazado un programa para que Lin pueda practicar el idioma vietnamita de la mejor manera, además de las clases y actividades en la escuela, como llevarle a zonas culturales típicas de nuestro país, para ayudarle a entender la lengua, el país, la gente, la cultura, la gastronomía y otras facetas de Vietnam. Y cuando ella termine sus estudios universitarios, si quiere estudiar más estaremos dispuestos a hacer lo mismo. El rector de la Universidad de Hanoi me reveló que cuando domine bien el idioma, la escuela le facilitará la práctica o le brindará un puesto de profesor asistente en la Facultad de Español para que pueda ganarse su sustento. En todos los lugares que ella llegue, las personas que nos relacionamos con ella acordamos ofrecerle las mejores condiciones. Le dije que como es joven y está en un entorno tan diferente puede enfrentar cosas que le hagan daño, por eso siempre estoy listo para escucharla y consolarla porque a esta edad, soy como su padre, y además como vietnamita, puedo darle consejos que le serán útiles para su integración.”
Al contarles la historia de Lin Acosta, la joven cubana que encontró su gran familia en Vietnam en su camino de hacer realidad un sueño, se me ocurrió que en esta vida nada es imposible mientras exista el amor y el deseo de compartir lo que se tiene, aunque estés en Vietnam, en Cuba o en cualquier otro lugar en este mundo.