Por Hugo Rius Blein, corresponsal de Prensa Latina en Vietnam
En un país como Vietnam, que ha experimentado radicales transformaciones en poco más de dos decenios, de las ruinas de la guerra al proyecto de convertirse en otro industrializado y moderno, seguir por ese cauce es ya de por sí colosal reto para su joven generación.
A plena conciencia de donde radica la garantía de continuidad y ascenso en la ruta, el dirigente Partido Comunista ha puesto foco en formar y potenciar la fuerza social destinada a mantener y enriquecer los valores que han permitido a Vietnam llegar hasta donde llegaron, sorteando dificultades y riesgos.
El décimo congreso de la Unión de jóvenes comunistas Ho Chi Minh, efectuado del 11 al 14 de diciembre, reafirmó el medular criterio de eslabonamiento generacional, cuando el secretario general de la organización partidista, Nguyen Phu Trong, al dirigirse a los 999 delegados al foro, resumió la aspiración de forjar una juventud con voluntad política, intelecto y creatividad para heredar la causa de la revolución.
El décimo Congreso nacional de la Unión de jóvenes comunistas Ho Chi Minh
en la sesión inaugural en Hanoi
La respuesta final, al término de varios días de deliberaciones bajo la divisa de "Empeñados en edificar la nación", y de diálogos con dirigentes de distintas instancias estatales, fue proclamar en las conclusiones el objetivo de reafirmarse como un contingente de jóvenes patriotas leales al ideal revolucionario con compromiso social y dominio de la ciencia y tecnologías modernas.
Tanta justificada atención a un sector etario clave para el futuro se fundamenta en la realidad demográfica de corresponderse con el 60 por ciento de la población del país, que nació después de 1975, sin haber vivido la guerra ni las crisis económicas anteriores al proceso de renovación, llamado aquí Doi Moi, y por el contrario ha sido el primer grupo social en disfrutar los frutos iniciales.
En contrapartida tiene la ventaja de estar constituido por personas muy dinámicas que no se rigieron estrictamente por valores tradicionales, sus opiniones se toman en cuenta en el seno familiar como nunca antes y entraron en contacto con la modernización en un lapso relativamente breve.
A lo largo del transcurso del Doi Moi, Vietnam redujo la pobreza de un 50 a un 10 por ciento, pasó de importador del arroz, su alimento básico, a uno de los primeros exportadores mundiales, entre otros rubros más, estableció una economía de abundante mercado e inversiones, registró crecimientos constantes y se prepara para convertirse en país industrializado en 2020.
Sin duda alguna tal vertiginoso contexto ha brindado a estos jóvenes muchas más oportunidades que las que tuvieron las generaciones precedentes, y al mismo tiempo les permitirá ser una fuerza decisiva durante los próximos decenios.
Empero, investigadores del Instituto de Sociología de Vietnam aluden a potenciales peligros de que al calor del impetuoso desarrollo, se involucren con facilidad en conductas de alto riesgo y de ahí el deber de enfrentar fenómenos negativos tales como la delincuencia, la drogadicción, el comercio del sexo, el juego, las relaciones sexuales sin protección y demás.
Para el Partido Comunista como para la organización juvenil, probablemente el principal desafío consiste en poner en punta a los herederos de quienes forjaron el bienestar y el progreso del presente hacia metas superiores preservando los valores éticos, patrióticos, revolucionarios y socialistas que inspiraron las realizaciones de hoy y del mañana.
El reciente congreso juvenil lo puso en el centro, al acordar sus pautas para un nuevo quinquenio de trabajo, en las que se subrayan el desarrollo de recursos humanos, la construcción de nuevas zonas rurales, y la defensa de la patria en una sociedad sólida, democrática, equitativa y en firme avance hacia el socialismo.
También imprimió renovado impulso al movimiento de emulación emprendido el año pasado de "estudiar y seguir el ejemplo de Ho Chi Minh", para que la huella de quien fundó el país independiente y digno, y guió la resistencia del pueblo frente a tres sucesivas potencias invasoras perdure por siempre en el espíritu nacional.
Jóvenes voluntarios de la Universidad de Economía de Ciudad Ho Chi Minh
muestran su disposición de ayudar en el Movimiento "Verano azul"
A ello se suman la formación de contingentes de obras de choque, y el despliegue de trabajos voluntarios de apoyo en la construcción de puentes y líneas viales en el campo, edificación de casas de solidaridad, semi internados, centros de cultura y sitio de recreos y entretenimiento para los niños y adolescentes, así como en promover la protección ambiental y la reforestación en la localidad.
En los centros urbanos acometen acciones en favor de grupos vulnerables como niños desamparados y portadores del VIH/SIDA y en tareas de garantizar el orden social y la seguridad vial, en lo que el reelecto primer secretario de la Unión de jóvenes comunistas Ho Chi Minh, Nguyen Dac Vinh, describió como expandir el frente de la solidaridad.
Desde 2011 se puso en marcha un plan piloto de colocar 600 universitarios al frente de los comités populares en las comunas, reclutados entre los graduados en economía, ciencia y tecnología, agro-forestales, pesca, construcción, transporte, leyes, recursos naturales y ambiente, para darle un vuelco a la vida en las zonas rurales e impulsar el nuevo campo.
Por estos senderos se enrumba la preparación de quienes a la larga se convertirán en los siguientes hacedores del porvenir, a tenor con un concebido sistema de relevo generacional en los mandos de Vietnam, y sin torcer el rumbo si las amenazas externas aún persisten, ya no tanto en confrontaciones bélicas como en encubiertas tramas desmovilizadoras hostiles.
Lo primero que preocupa a la dirección del país es alentar una mayor participación de los jóvenes en las actividades de la vida política, económica, social y cultural, y que de acuerdo con la citada investigación académica hace unos años todavía mostraba una cifra pequeña de intervención activa y de gestión propias.
Pero la realidad cambiante ha comenzado a dibujar mejores números, ante las perspectivas de un modelo indochino que de continuo busca su perfección, desechando lo inconveniente, alistando mejor a los jóvenes para sus propios desafíos por delante.