Por Armando Reyes (periodista cubano)
En las aceras de Hanoi hay de todo para consumir tanto en el caso de la restauración o de servicios que van desde la venta de muebles hasta las de flores, neumáticos o el útil que usted necesita para su casa.
La mayoría de las calles capitalinas son estrechas, herencia de la colonización francesa encaprichada en reproducir de alguna manera al París antiguo, aunque se observan otras anchas y espaciosas, sobre todo en los barrios modernos periféricos.
De todas maneras, esa senda de peatones ofrece los más disímiles usos. Conviven poncheras ambulantes, suministradores de aire, cerrajeros, vendedores ambulantes de todo tipo de productos, incluidas carnes blancas o rojas.
La vida tranquila y sencilla de los hanoyenses
En esa porción de la vía pública uno encuentra guaraperas eléctricas o manuales, improvisados puestos de venta de billetes de lotería, empero los predominantes resultan los expendios de alimentos, en los cuales se pueden degustar cuantas comidas ligeras lleguen a su imaginación que se confeccionan a la vista sobre unos fogones de combustible ecológico llamados “panales de avispas”.
Es el lugar de las vendedoras de frutas, flores y hortalizas, quienes deambulan con dos canastas pendientes de una vara de bambú y su imprescindible sombrero cónico.
Muchas personas con casas carentes de portal hacen su vida social en las aceras para refrescarse del calor interior de sus viviendas y juegan cartas o un tipo de ajedrez rodeados por casuales aficionados.
Las aceras también acogen matrimonios, cumpleaños u otros festejos dentro de carpas adornadas e iluminadas que impiden la vista de los curiosos. En estos casos el vecindario coopera para que esos locales momentáneos queden bien instalados y la visita reciba una atención adecuada.
Las fondas ambulantes resultan muy comunes con la posibilidad de consumir un Pho (sopa de fideos de arroz con carne de pollo o de res), un pastel de queso de soya rebozado o un Bun Cha, una especie de caldo con vegetales, abundante en carne de cerdo y aromáticos aderezos.
Puntos de venta de gran variedad se encuentran en esos pasajes peatonales con ofertas de cigarrillos al menudeo, de refrescos, jugos de frutas naturales, té, café, café con leche con hielo, denominado Nau Da, palillos de dientes, zapatos, sandalias o chancletas.
Jugar el ajedrez chino en las aceras en un encuentro de
intercambio entre mayores de un barrio capitalino
Las aceras constituyen en mayoría de casos prolongaciones de negocios hogareños, en los cuales se venden comestibles, confituras caseras, cosméticos, aires acondicionados, lavadoras, computadoras, cuadros originales o réplicas, bombonas de gas y todo lo que uno pueda imaginar.
Lo propio sucede con las cerveceras populares, denominadas Bia Hoi, en tanto en los "horarios pico", los dependientes colocan mesas de reserva en la acera pública para satisfacer la demanda.
En Vietnam se ha hecho popular el siguiente refrán: "Cada tres pasos, hay una posibilidad de comer o beber", un proverbio evidente en cualquiera de las excursiones diarias que me llevan de la casa al trabajo o viceversa.