Después de esos atentados considerados más sangrientos en la historia de Estados Unidos, el secretario general de la ONU, António Guterres, condenó enérgicamente la medida e insistió en que el antisemitismo es una amenaza para los valores democráticos y la paz. También pidió el reforzamiento de la unidad y la solidaridad para luchar contra el racismo, el antisemitismo y otras formas de odio como la discriminación y la xenofobia.
El mismo día, a través de sus cuentas de Twitter, el presidente francés Emmanuel Macron y los primeros ministros de Canadá, Justin Trudea, del Reino Unido, Theresa May y de Israel, Benjamín Netanyahu describieron “espantosos” los ataques contra la comunidad judía en Pittsburgh. También expresaron su apoyo y compartieron el dolor y la pérdida a las familias de las víctimas.
Luego del incidente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que estaba considerando cancelar su campaña electoral en Illinois. Dicho tiroteo en Pittsburgh pudo haber sido un crimen contra los judíos, aseguró. Mientras tanto, el vicepresidente Mike Pence, acotó que fue un ataque a la libertad religiosa estadounidense.
Según las autoridades locales, el culpable de los disparos es Robert Bowers de 48 años quien después fue entregado y arrestado.