El encuadernador Vo Van Rang trabajando en su taller, que es también su casa (Foto: vnexpress.net)
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Todos los bibliófilos conocen la dirección de la pequeña casa de Vo Van Rang, ubicada en la calle Ly Chinh Thang del distrito número 3. Nguyen Manh Tuan, uno de sus entusiastas de la lectura, informó: “Le confío mis viejos libros al señor Rang para renovarlos. Su dirección es conocida por todos los amantes de los libros y yo no soy la excepción”.
Reparar, encuadernar, embellecer y conservar cualquier libro antiguo, supone para él un compromiso y un desafío que le brinda una satisfacción profunda. A los libros antiguos, que carecen de encuadernación debido al paso del tiempo y la manipulación, los devuelve a la vida, con respeto absoluto al estilo al que pertenece el volumen. Por lo tanto, el talento del señor Rang es reconocido por todos. Le Anh Dung, otro cliente, expresó: “Es imposible encontrar libros muy antiguos en la librería. Confiamos en la profesionalidad, delicadeza y minuciosidad del señor Rang, por eso cuando estén realmente dañados, se los encomiendo a ese hombre, quien les dará una bella apariencia. Él es el último encuadernador de Ciudad Ho Chi Minh y su trabajo es siempre perfecto”.
El restaurador sufre desde la infancia unas deformidades en las piernas, pero al parecer eso nunca le impidió practicar su pasión por los viejos libros, a la que se dedica desde 1978. Su casita es también un lugar de trabajo, siempre llena de libros antiguos y donde tiene un viejo cortador de papel. En su taller, la mayoría del proceso de encuadernación, desde el inicio hasta el final, se lleva a cabo de forma artesanal. Él explicó: “Cuando me llega un libro en mal estado, primero lo analizo y valoro los daños y su etiología, lo desmonto página por página antes de volverlos a poner en orden, ensamblarlos y pegarlos, respetando todos los elementos que componen la obra. De hecho, es un trabajo extremadamente laborioso que requiere una combinación equilibrada de minuciosidad, delicadeza y estética para lograr una restauración bella y creativa”.
Bajo las manos hábiles del señor Rang, los libros pueden ser encuadernados de varias maneras y para ello utiliza los materiales más diversos, desde varios tipos de papel y telas, hasta cueros. Por ende, su taller no solo es un lugar familiar a lectores nacionales, sino también a extranjeros. Una vez, uno de sus clientes foráneos le pidió que reconstruyera un viejo libro muy grueso. La portada del libro estaba sumamente dañada y Vo Van Rang, que no hablaba inglés, se vio obligado a reconstruir las palabras que faltaban. Fue un trabajo muy largo y complicado. Al recibir el producto final, el cliente se sintió muy satisfecho y lo llamó “Doctor del Libro”. El encuadernador recordó: “Este trabajo siempre me ha fascinado. Me encanta desarmar y ensamblar libros viejos porque me proporciona muchos conocimientos útiles”.
Para atender a su trabajo, Vo Van Rang debe preparar su propio pegamento con harina de mandioca y comprar otros materiales en el mercado. Encuadernar un libro viejo, a veces, puede tomar hasta una semana, solo le reporta una ganancia entre 20 y 50 mil dongs por cada uno (de uno a dos dólares, aproximadamente). Pese a eso, jamás en 40 años de carrera ha perdido amor hacia el oficio. Simplemente, para él es vital la conservación y recuperación de las zonas pérdidas de libros antiguos, contribuyendo a reanimar un trabajo caído en el olvido.