Refugiados en la estacion de trenes de Keleti en Budapest, Hungría, el 10 de septiembre (Foto: AFP/VNA) |
La declaración oficial del tribunal de Luxemburgo divulgada el pasado 6 de septiembre señala que desestima los recursos de Hungría y Eslovaquia sobre el esquema de distribución, que asigna a Budapest la acogida de más de 1200 demandantes de asilo arribados a Grecia e Italia, y a Bratislava, de unos 800.
Controvertido programa de reparto de inmigrantes
Los países de la UE se han visto profundamente divididos después de que su Ejecutivo adoptara las cuotas de distribución en 2015, con el objetivo de reubicar a unos 160 mil refugiados. Entonces, la Corte de Justicia exhortó a los Estados miembros a unir esfuerzos para resolver la crisis migratoria, recibiendo cada cual una determinada cantidad de personas, dependiendo de sus condiciones. A tenor de esta decisión, los países principales del grupo y con grandes recursos económicos como Alemania y Francia, recibirían respectivamente el 20% y 15% del número total, mientras a los de Europa Oriental como Hungría y Eslovaquia, les repartirían del 1 al 2%. Aunque este plan fue aprobado por la mayoría en septiembre de 2015, tuvo el rechazo enérgico de varias naciones de Europa Central y Oriental, entre ellas, Eslovaquia, la República Checa, Rumania y Hungría, que votaron en contra de este reparto. Por consiguiente, hasta julio de 2017, solo se lograron ubicar más de 20 mil refugiados, de ellos 4 mil en Alemania, más de 3.700 en Francia, 1.600 en los Países Bajos y 1.200 en Suecia. Mientras que Hungría y Polonia todavía no recibieron a ninguno. Igualmente, desde hace más de un año la República Checa rechazó amparar a los inmigrantes y Eslovaquia solo dio cobijo a una pequeña cantidad.
Las últimas naciones refuta esta medida exponiendo varios argumentos. En primer lugar, calificaron la asignación de las cuotas a los países soberanos de absurda e inaceptable. Segundo, alegaron que en la UE, los países de Europa Central y Oriental son los de menos recursos económicos. Tercero, insistieron en los riesgos de seguridad para justificar su acción. De hecho, recientemente una serie de atentados ocurridos en algunos países de Europa Occidental, como en Alemania y en el Reino Unido, suscitan muchas inquietudes sobre los posibles ataques terroristas que perpetran inmigrantes extremistas.
Prolongados desacuerdos en cuanto al mecanismo de distribución
El veredicto del tribunal de Luxemburgo es considerado una tremenda frustración de la línea de unidad y solidaridad de la Unión Europea. Una muestra de la disconformidad dentro del bloque al respecto es el anuncio del primer ministro eslovaco, Robert Fico, de que su país no cambiará su postura y que Bratislava continuará luchando para defenderla. El canciller húngaro, Peter Szijjarto, criticó la sentencia de la Corte de Justicia, catalogándola como una decisión irresponsable e inadmisible, pues, según él, amenazaría la seguridad y el futuro de Europa. Mientras, el presidente checo, Milos Zeman, afirmó que Praga no tiene que cumplir este mecanismo, e incluso, declaró que su país prefiere perder fondos antes que recibir refugiados. Tras difundirse esta declaración, ese país reforzó la seguridad en las fronteras con el despliegue de otros 1.100 policías.
Como respuesta, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, advirtió que los Estados que rechazaron el referido plan perderán apoyos financieros para la gestión de los flujos migratorios. El alto representante sobre las Migraciones, Dimitris Avramopoulos, afirmó que Hungría, la República Checa y Polonia enfrentarán sanciones aplicadas según lo establecido en las leyes del bloque si no asumen su misión en las próximas semanas. Italia también llamó a cercenar la financiación a estos países. La canciller alemana, Angela Merkel, dijo el pasado 10 de septiembre que las naciones que se nieguen a tomar parte en este proyecto no recibirán asistencia para otras esferas. La líder aseveró que sin la unidad y el consenso en este asunto, tampoco los habrá en otros temas.
Evidentemente, estas contradicciones están impidiendo el cumplimiento de los compromisos del bloque continental de aliviar la presión para Grecia e Italia, dos entradas principales para los flujos migratorios desde 2015. La sentencia más reciente de la Corte de Luxemburgo corrobora la división interna del grupo, que actualmente también debe hacer frente a los graves impactos de la desintegración del Reino Unido.