Una tesorería vacía y una catástrofe humanitaria que amenaza la vida de millones de civiles son evaluaciones en las que coinciden muchos organismos y expertos internacionales respecto a la situación en Afganistán a un año de la toma del poder por los talibanes.
Obstáculos y dificultades amontonados
En una carta especial dirigida el pasado 10 de agosto al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, un grupo de 71 economistas y expertos en materia de desarrollo internacional expresaron su profunda preocupación por el desastre económico y humanitario que está aconteciendo en Afganistán.
Entre los firmantes de la misiva están el ganador del Nobel de economía Joseph Stiglitz y el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, los cuales indicaron que el hundimiento de la actividad económica y el recorte de la ayuda exterior tras la retirada de Estados Unidos, ha llevado a la economía afgana a una situación extremadamente difícil.
Hasta ahora, el 70% de los hogares afganos no pueden suplir sus necesidades básicas, mientras que alrededor de 22,8 millones de personas (más de la mitad de su población) enfrentan una grave inseguridad alimentaria, y tres millones de niños están en riesgo de desnutrición, alertaron prominentes economistas.
Previamente, numerosos expertos y órganos internacionales publicaron informes y cifras alarmantes sobre la situación económica y la inseguridad alimentaria en Afganistán. Entre estos destaca la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, quien advirtió a finales de 2021 sobre el “peor desastre humanitario de todos los tiempos” en Afganistán, e indicó que la mayoría de los “sectores de la economía del país surasiático se han derrumbado mientras muchos habitantes mueren de hambre”.
Atribuyeron tal situación a una disminución significativa de la ayuda exterior a Afganistán después que llegaron al poder los talibanes, los cuales tienen una capacidad muy limitada para dirigir el país, en general, y promover la actividad económica, en particular.
Agregaron también que los talibanes han impuesto cada vez más duras restricciones en virtud de la ley islámica (Sharia), especialmente a las mujeres, lo que hizo perder una gran cantidad de mano de obra y ha provocado graves alteraciones en las actividades productivas del país.
Urgen ayudas internacionales
Sin embargo, los expertos consideraron “desventajoso” el aumento de la asistencia y cooperación internacional para Afganistán, ya que, según opinaron ellos, la mayoría de las principales economías tienen que dedicar ahora sus recursos para hacer frente a las dificultades económicas provocadas por la pandemia de covid-19 y el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Además, apuntaron, el reforzamiento de la aplicación de la estricta ley islámica por parte de los talibanes hará que la comunidad internacional, y en especial los inversores, sientan miedo a la hora de decidir iniciar operaciones en ese territorio.
Este hecho requiere más apoyo de la comunidad internacional para Afganistán. El 15 de agosto, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) instó a los gobiernos y donantes a dejar de lado sus opiniones políticas sobre el gobierno talibán y reanudar la asistencia humanitaria para los habitantes locales.
Actualmente, el CICR figura entre las pocas instituciones internacionales que continúa brindando ayuda humanitaria a Afganistán. Esta entidad ha apoyado a unos 33 hospitales allí para que mantengan sus operaciones, paguen los salarios del personal, e incluso proporcionan combustible para las ambulancias y alimentos para los pacientes. Sin embargo, el director general del CICR, Robert Mardini, enfatizó que esta no es una solución sostenible, puesto que las organizaciones humanitarias no pueden reemplazar a las agencias estatales. Por lo tanto, expresó el deseo de que los gobiernos y las agencias de desarrollo internacionales reanuden sus actividades de apoyo al pueblo afgano.
Mientras tanto, muchos activistas internacionales pidieron a Estados Unidos y Europa devolver a Afganistán unos 9.000 millones de dólares que están congelados tras la llegada al poder de los talibanes. Afirmaron que la liberación de este fondo ayudará al Banco Central de Afganistán a tener más recursos para operar y garantizar que el sistema financiero y la economía nacional no colapsen, así como evitar que se deteriore el desastre económico y humanitario en el país del sur de Asia.