Punto de inflexión en el campo político de Japón

Bá Thi
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(VOVWORLD) - En los últimos días, la evolución de la política japonesa tras la dimisión del primer ministro Yoshihide Suga ha acaparado la atención de la opinión pública regional e internacional, en particular en torno a quién le reemplazará y cómo el próximo líder enfrentará las dificultades actuales. 

En una reunión del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) celebrada el 3 de septiembre, el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, afirmó que no se postulará a la presidencia de esta organización política en las elecciones previstas para finales de septiembre, implicando que dimitirá.

El primer ministro Yoshihide Suga declara su renuncia

Punto de inflexión en el campo político de Japón - ảnh 1El prỉmer ministro de Japón, Suga Yoshihide, en una reunión en Tokio. (Foto: AFP/VNA)

El 16 de septiembre de 2020, Yoshihide Suga (entonces secretario jefe del gabinete) ganó los comicios en la Cámara de Representantes de Japón, convirtiéndose en sucesor del primer ministro Shinzo Abe (que dimitió por motivos de salud). Cuando Suga asumió el cargo de jefe del Gabinete, el índice de confianza en este aparato superaba el 70 %, mostrando grandes expectativas públicas para el nuevo líder del Gobierno, especialmente en la lucha contra la pandemia del covid-19.

Sin embargo, con la aparición de la variante Delta, como muchos otros países, Japón está sufriendo otra severa ola epidémica que afecta negativamente las actividades económicas y la vida de la ciudadanía. 

En la evaluación realizada por Nikkei Asia a principios de septiembre de 2021  respecto a la recuperación posterior a la epidemia, Japón se ubicó en la segunda mitad del ranking de 121 países encuestados, ocupando el puesto 72. Este hecho hace que el primer ministro Suga y los miembros del Gobierno se enfrenten a una gran presión de la opinión pública. Como resultado, apenas después de un año, el índice de confianza en esta administración se desplomó al 30 %, un nivel bajo y poco común para un gabinete nipón.

El primer ministro Suga afirmó que su abstención de la candidatura a las elecciones se debe a que prioriza pasar el tiempo restante de su mandato para concentrarse en la respuesta a la epidemia, en lugar de en los esfuerzos para la carrera electoral.

Contexto desafiante

Punto de inflexión en el campo político de Japón - ảnh 2El exministro de Relaciones Exteriores de Japón, Fumio Kishida. (Foto: AP)

En Japón, la dimisión de políticos, incluido al nivel de Primer Ministro, es una práctica habitual. No es de extrañar que Suga decidiera renunciar después de sólo un año de asunción de su cargo. Anteriormente, durante el período 2006-2012, nada menos que 6 políticos desempeñaron la posición de Primer Ministro. Uno de los jefes del Gabinete durante este período, por ejemplo, se mantuvo en su cargo por poco más de dos meses. Es el caso Hata Tsutomu (de abril de 1994 a junio de 1994). Por su parte, el propio ex primer ministro Abe Shinzo también terminó su primer mandato después de solo un año  (2006-2007).

Esto explica que, más que la renuncia en sí, lo que más interesa es quién reemplazará a Suga para continuar al frente del PLD y asumir el cargo de Primer Ministro de Japón. Por ello, los medios de comunicación y la opinión pública del “país del sol naciente” ya han presentado a una serie de figuras que podrían participar en la próxima carrera presidencial del PLD, como el exministro de Relaciones Exteriores Fumio Kishida, la exministra de Asuntos Internos y Comunicaciones Sanae Takaichi, el ministro de Reforma Administrativa Taro Kono, el exministro de Defensa Shigeru Ishiba y posiblemente el exprimer ministro Abe Shinzo.

Según los analistas, el político que se convierta en el nuevo líder del PLD después de los comicios previstos para finales de septiembre, también enfrentará muchas presiones y grandes desafíos. El reto primero es la misión de asegurar la victoria de este partido en las inminentes elecciones generales en medio del declive de su prestigio. Después, habrá una serie de tareas a cumplir que incluyen el control eficaz de la epidemia, la restauración del crecimiento económico y, finalmente, la garantía de la posición internacional de la principal potencia económica mundial.

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