El presidente estadounidense Joe Biden. (Foto: Reuters) |
Las cinco empresas chinas sometidas a las últimas sanciones de Estados Unidos incluyen a las principales entidades que producen silicio monocristalino y policristalino utilizado en la fabricación de paneles solares. Vale la pena mencionar que esta nueva decisión muestra que los vínculos entre las dos economías más grandes del mundo se están deteriorando seriamente, en marcado contraste con algunas expectativas de un posible mejoramiento después de que Joe Biden se convirtiera en presidente de Estados Unidos en enero de este año.
Estados Unidos toma medidas duras contra China
Estados Unidos anunció las nuevas restricciones apenas tres semanas después de que Biden firmase una orden ejecutiva que agregaba a 28 empresas chinas a una “lista negra” por presunta participación en tecnología de espionaje y defensa, lo que elevó a 59 el número total de entidades del gigante asiático en las que los ciudadanos estadounidenses no pueden invertir.
Además, estas sanciones contra Beijing se producen cuando Estados Unidos y sus aliados europeos pretenden imponer muchas otras duras medidas contra la nación asiática. Específicamente, durante el primer viaje de Biden a Europa este mes de junio, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) emitió por primera vez una declaración conjunta en la que afirmaba que el creciente poderío militar de China está planteando “desafíos sistémicos” y es una amenaza para su coalición.
Mientras, la Cumbre del grupo de las siete economías más desarrolladas del mundo (G7), en la que todos los miembros son aliados de Estados Unidos, también emitió un comunicado, expresando sus puntos de vista sobre una serie de temas que consideran sensibles y que siempre enfrentan la feroz oposición de China como Hong Kong, Taiwán y Xinjiang. Por supuesto, Beijing ha reaccionado enérgicamente en respuesta a esos pasos.
Este hecho muestra que la perspectiva de mejorar las relaciones entre las dos mayores economías del mundo, especialmente a corto plazo, enfrenta grandes desafíos.
Retos para las relaciones entre Estados Unidos y China
Antes de que Estados Unidos impusiera nuevas medidas restrictivas a las empresas chinas, algunos observadores tenían expectativas de una mejora en sus relaciones.
Esa confianza se basaba en la idea de celebrar el primer encuentro cara a cara entre Biden y su homólogo chino, Xi Jinping, al asistir a la Cumbre del Grupo de las 20 Economías desarrolladas y emergentes en Roma (Italia), prevista para octubre de este año.
La posibilidad de esta reunión se fortaleció aún más después de que el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, expresó el 17 de junio la voluntad de su país de organizar la cumbre con China en aras de definir mejor los vínculos entre los dos países, similar al diálogo directo con el presidente ruso, Vladimir Putin, celebrado un día antes en Ginebra (Suiza).
Sin embargo, según muchos analistas, Estados Unidos y China discrepan actualmente en muchas cuestiones, desde las disputas comerciales hasta el tema de los derechos humanos y la situación en el Mar Oriental.
Comentaron que las relaciones entre Washington y Beijing están en su nivel más bajo en décadas, incluso muchos compararon el estado de estos vínculos con el de una “Guerra Fría”.
Por lo tanto, dijeron, es difícil organizar una conferencia cimera bilateral en este momento o en un futuro próximo. Y, aunque se lleve a cabo, la posibilidad de lograr un resultado positivo es muy baja, similar al encuentro entre altos diplomáticos de los dos países que tuvo lugar en Alaska (Estados Unidos) en marzo pasado.
Sin embargo, acordaron que la cumbre entre Estados Unidos y China debería celebrarse en un momento adecuado y, por supuesto, debería estar bien preparada. Porque, según ellos, eso contribuirá a “frenar” el impulso descendente de sus relaciones y, al mismo tiempo, ayudará a definir más claramente la postura de cada parte.