La decisión de Trump se produjo solo unos días después de la visita de una delegación de legisladores norteamericanos a esa nación caribeña, del 19 al 21 de febrero, para abordar el tema de “la salud y la seguridad” del personal diplomático de Estados Unidos destacado en la isla, así como la necesidad de restablecer los servicios consulares regulares.
La decisión de Trump revalida recursos similares de 1996, 2004 y 2016, a tenor con los cuales la entrada no autorizada de buques sujetos a la jurisdicción estadounidense en aguas territoriales cubanas viola la ley norteamericana y es contraria a la política de Washington.
Políticas hostiles
El anuncio ha añadido nuevas tensiones a los vínculos binacionales, que se habían deteriorado a causa de anteriores medidas de la Casa Blanca. En octubre de 2017, Washington acusó a Cuba de realizar “ataques acústicos” que perjudicaron la salud de al menos 22 de sus diplomáticos en la isla, lo que fue rechazado por el Gobierno de La Habana. Sin embargo, el Departamento de Estado norteamericano decidió reducir su personal en la nación caribeña. Luego, ordenó la salida de 15 funcionarios de la embajada cubana en su territorio y detuvo las actividades consulares en la Mayor de las Antillas. En noviembre del mismo año, solo una semana después de que la Asamblea General de la ONU aprobara con 191 votos una resolución a favor del levantamiento del bloqueo económico impuesto a Cuba, la Casa Blanca publicó nuevas restricciones a los viajes a la isla y la lista de entidades vinculadas con militares con las que prohíbe hacer negocios, como una ampliación del Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba firmado en Miami, Florida, el 16 de junio de 2017.
Tales medidas dejan al descubierrto la hostilidad de la administración de Donald Trump hacia la Mayor de las Antillas y obstaculizan los esfuerzos por recomponer las relaciones bilaterales.
Pocas perspectivas
En esta situación, la visita a Cuba de la delegación bipartidista de congresistas de Estados Unidos, liderada por el senador demócrata Patrick Leahy, del 19 al 21 de febrero, se consideró una señal auspiciosa, pues las partes trataron asuntos de seguridad marítima, búsqueda y rescate, inmigración y lucha contra las drogas y el tráfico humano, además de los pretendidos “ataques acústicos”. No obstante, la misión estadounidense no alcanzó los resultados esperados por la comunidad internacional. Sus eventuales efectos sobre las relaciones binacionales y la rueda de prensa al término de la visita de la delegación norteamericana no captaron mucho la atención de los medios de comunicación, lo cual demuestra cuán bajas están las expectativas a ese respecto.
Los vínculos Estados Unidos-Cuba parecían que iban a encaminarse al final del mandato del presidente Barack Obama, pero las políticas más duras de Donald Trump volvieron a descarrilarlas y les imprimieron nuevas tensiones.