Matanza a tiros: alerta sobre el control de armas de fuego en Estados Unidos

Ánh Huyền
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(VOVworld) – Estados Unidos fue escenario este 12 de junio de un tiroteo considerado el más sangriento después del ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001. Pero lo que llama la atención es que todas las armas utilizadas en el incidente fueron adquiridas de manera legal, bajo la supervisión de las autoridades federales.

(VOVworld) – Estados Unidos fue escenario este 12 de junio de un tiroteo considerado el más sangriento después del ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001. Pero lo que llama la atención es que todas las armas utilizadas en el incidente fueron adquiridas de manera legal, bajo la supervisión de las autoridades federales. Este hecho ha alertado otra vez sobre la necesidad de un mayor control de las armas de fuego en esa nación norteamericana, reconocida mundialmente por su democracia y libertad.

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Una pareja que logró salvar su vida en el tiroteo del 12 de junio

Al menos 50 personas fueron muertas y otras 53 resultaron heridas cuando el asesino disparó contra una multitud reunida en un centro nocturno frecuentado por miembros de la comunidad gay en la ciudad estadounidense de Orlando. Según el Buró Federal de Investigaciones (FBI, en inglés), el autor de la masacre fue Omar Saddiqui Mateen, de 29 años de edad, de origen afgano y residente de Nueva York. Este individuo había sido investigado por esa organización de seguridad en dos ocasiones, la primera en 2013 y la segunda en 2014.

Un agujero en el control de las armas de fuego

No se trata del primer tiroteo sangriento ocurrido en el territorio estadounidense. La matanza a tiros en la escuela primaria Sandy Hook, del estado de Connecticut, en diciembre del 2012, dejó un saldo de 26 muertos, incluidos 20 niños. Un acto hostil en la iglesia de la ciudad de Charleston, estado de Carolina del Sur, en junio del 2015, cobró la vida de nueve afroamericanos. La masacre en la Universidad comunitaria de Umpqua, estado de Oregon, en octubre del 2015, provocó el fallecimiento de 10 ciudadanos y apenas, dos meses después, otro ataque armado tuvo lugar en San Bernadino, estado de California, el cual dejó 14 muertos y 17 heridos.

Según las estadísticas, en años recientes un promedio de 90 personas al día, o sea, más de 32 mil habitantes estadounidenses al año, pierden la vida víctimas de la violencia con armas de fuego. Los tiroteos ocupan casi un tercio de los casos reportados en el mundo. Estados Unidos también se destaca como la nación que más utiliza armas de fuego en el planeta, con una cifra estimada de 270 a 310 millones registradas en la actualidad. Se puede entender así que cualquier ciudadano norteamericano posee un dispositivo de ese género.

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Omar Siddiqui Mateen, el autor de la masacre

En el caso de la matanza a tiros del domingo pasado, el FBI reveló que en 2013 Omar Saddiqui Mateen comentó con sus colegas que apoyaba a los grupos extremistas. Un año después, esa agencia lo investigó, acusándole de posible conexión con un ciudadano norteamericano que viajó a Siria para participar en una organización yihadista. Sin embargo, en ese momento, el FBI concluyó que Mateen no constituía una amenaza. Pocos días antes de la masacre, este hombre compró al menos dos armas de fuego.

Pero lo importante es que la mayoría de los dispositivos vinculados a las recientes matanzas fueron adquiridos de manera legal. Y después del incidente en Orlando, la comunidad estadounidense comprueba que al menos ocho atacantes, aunque con antecedentes criminales o problemas psiquiátricos, pudieron comprar armas letales con facilidad.

 ¿El precio de la libertad?

En realidad, no es que el presidente Barack Obama o cualquiera de quienes le precedieron hayan tenido que esperar hasta este momento para ser conscientes del peligro de la libertad de poseer armas. En varias ocasiones, el jefe de la Casa Blanca declaró: “No tenemos que considerar estas matanzas como el costo de la libertad”. El mandatario también urgió la aplicación de medidas destinadas a reducir el derecho de poseer armas.

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama llora por las víctimas de la masacre

Sin embargo, en sus ocho años en el poder, la decepción de Obama en ese sentido es cada vez mayor. La cuestión de apoyar o rechazar la restricción del uso de los dispositivos letales en el Congreso estadounidense refleja una evidente polarización, lo cual impide los esfuerzos del gabinete de Obama de elaborar una ley al respecto.

Según expertos, es difícil que la prohibición del uso de armas de fuego en Estados Unidos se haga realidad en la actualidad ni en un futuro cercano. La principal causa es la dificultad de cambiar esta costumbre arraiga de los norteamericanos. Desde la etapa de fundación del país, hasta la expansión hacia el Oeste o el aumento de su influencia en el mundo, el acompañante habitual de un estadounidense siempre ha sido su arma. Una pistola o un fusil se ha convertido en un medio indispensable para diversos norteamericanos cuando tienen que resolver algún asunto ya que según su opinión, es uno de sus derechos fundamentales.

Además, los fabricantes de armas obtienen cada año enormes ganancias con este negocio, siendo una gran fuerza que influye a favor de los votos de numerosos congresistas e impide cualquier proyecto de ley en su contra.

Obviamente, el derecho de los ciudadanos de portar armas según las leyes estadounidenses ha traído consecuencias negativas. La masacre a tiros del pasado domingo es realmente una gran alerta sobre los agujeros en el control de dichos positivos en esa nación norteamericana. El dolor y la lástima no ayudan a resolver nada, sino que Washington debe superar este desastre y encontrar medidas para poner fin a esa inconveniencia. Una ley que limite el uso de armas de fuego es lo que la comunidad internacional espera y así se evitará la repetición de una matanza similar en el futuro.

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