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Las conversaciones entre la UE y el Mercosur comenzaron en el año 2000, pero quedaron estancadas durante largos periodos por desacuerdos internos en el bloque comunitario. Finalmente, ambas partes lograron cerrar el borrador definitivo a finales del año pasado, allanando el camino para su aprobación.
Acuerdo estratégico
La ratificación de la CE puso fin a la negociación comercial más prolongada de la historia del bloque. Si es validado por los 27 Estados miembros de la UE y los cinco del Mercosur: Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, dará lugar a la mayor zona de libre comercio del mundo, con unos 700 millones de consumidores.
Para los países sudamericanos, el principal beneficiado será el sector agrícola, cuyos productos podrán acceder al mercado europeo con aranceles reducidos y menos restricciones. A su vez, según subrayó la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, las empresas europeas, en particular, la industria agroalimentaria, disfrutarán de forma inmediata de menores costes y barreras al entrar en las economías más dinámicas de América del Sur.
El acuerdo contempla que el Mercosur elimine progresivamente los aranceles sobre el 91 % de las importaciones europeas, lo que permitirá a la UE ahorrar más de 4.000 millones de euros anuales y aumentar hasta en un 39 % sus exportaciones al bloque sudamericano, valoradas en 49.000 millones de euros.
Más allá del plano económico, el pacto refuerza la estrategia de diversificación de la UE frente a Estados Unidos y China. El 3 de septiembre, la CE presentó también al Consejo la propuesta de ratificación del Acuerdo Global UE-México modernizado (MGA). El comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, declaró: “Este no es solo un momento clave para la política comercial de la UE, sino también para el futuro económico del bloque en su conjunto. El Acuerdo UE - Mercosur, junto con la versión modernizada del Acuerdo Global UE - México, no son meros tratados comerciales. Son instrumentos estratégicos que ayudarán a definir el papel de Europa en la economía mundial durante las próximas décadas”.
Mecanismo de protección agrícola
Aunque se considera de gran relevancia estratégica para la UE en este momento, el Acuerdo UE - Mercosur enfrentará importantes desafíos en su proceso de ratificación entre los Estados miembros.
Según las normas, un tratado de libre comercio debe recibir el apoyo mayoritario del Parlamento Europeo y contar con la aprobación de al menos 15 de los 27 países integrantes, que representen como mínimo el 65 % de la población comunitaria.
En la actualidad, la mayoría de los Estados miembros respalda el convenio, entre ellos Alemania, la primera economía europea y España, país con tradicionales vínculos económicos y políticos con América del Sur. Para ambos, el pacto compensará en gran medida los perjuicios ocasionados a Europa por la política arancelaria de Estados Unidos y reducirá la dependencia respecto de China, especialmente en lo relativo a minerales y materias primas críticas.
Sin embargo, Francia y Polonia, otras dos grandes economías del bloque, se mantienen firmes en su oposición. Alegan que los productos agrícolas del Mercosur, más baratos y con estándares medioambientales menos estrictos, podrían afectar gravemente al sector agrícola europeo.
Ambos países han considerado en varias ocasiones las disposiciones actuales del tratado como “inaceptables” y han amenazado con bloquearlo si no se modifican las cláusulas relativas a la agricultura. El primer ministro polaco, Donald Tusk, afirmó: “Hemos acordado con Francia que, si no desean formar con nosotros un grupo minoritario para bloquear este acuerdo, al menos deberían trabajar juntos para preparar un mecanismo de protección. Esto significa que si el tratado entra en vigor y surge cualquier indicio negativo en el mercado agrícola, por ejemplo, en el caso de la carne bovina, la CE deberá aplicar de inmediato dicho mecanismo, es decir, restablecer los aranceles de importación”.
Con el fin de calmar las preocupaciones del sector agrícola europeo, la CE tiene previsto añadir al acuerdo con el Mercosur un “instrumento jurídico” que refuerce las medidas de protección para los productos sensibles del continente.
Bruselas se compromete a intervenir en caso de que las importaciones afecten negativamente a sectores clave como la carne bovina, las aves de corral, el azúcar o el etanol. Sin embargo, además de la oposición de algunos gobiernos, la UE debe afrontar también la presión de numerosos sindicatos agrícolas europeos, que consideran este acuerdo una amenaza directa para los intereses de los agricultores del continente.