La ola de protestas comenzó en Bangladesh a principios de julio, cuando el Gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina anunció una política para asignar cuotas de funcionarios estatales. Las manifestaciones rápidamente desembocaron en violencia y dejaron más de 300 personas muertas en más de un mes, lo que obligó a Hasina a dimitir y abandonar el país.
Manifestantes piden la dimisión de la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina en Dhaka, el 5 de agosto de 2024. (Foto: AP) |
Política controvertida
Según la política de asignación de cuotas de empleados públicos lanzada a finales de junio, el Gobierno de Bangladesh asigna más de la mitad de la cuota anual de contratación a grupos con intereses especiales, de los cuales alrededor del 30% es para hijos de veteranos durante la guerra de liberación nacional de Pakistán en 1971. Según el profesor de Estudios de Desarrollo Rashed Al Mahmud Titumir, de la Universidad de Dhakar (Bangladesh), esta política se introdujo en un momento inadecuado, cuando el desempleo entre los jóvenes bangladesíes está creciendo rápidamente, alcanzando una tasa de casi el 20% de nacionales de entre 15 y 24 años sin trabajo ni educación.
Además, cada año Bangladesh tiene cerca de 2 millones de nuevos trabajadores que ingresan al mercado laboral y la tasa de convertirse en funcionarios públicos fue de casi una centésima parte el año pasado, cuando 346.000 candidatos solicitaron 3.300 puestos para trabajar en agencias estatales. Por lo tanto, la política de cuotas de empleados públicos causó inmediatamente una gran controversia en la sociedad bangladesí y encontró una fuerte oposición de grupos de estudiantes y jóvenes porque la consideraban injusta y discriminatoria.
El 21 de julio, el Tribunal Supremo de Bangladesh decidió ajustar esta política, reduciendo la cuota de reclutamiento de descendientes de veteranos del 30% al 5%. Además, el Tribunal también exige que el 93% de las vacantes se basen en evaluación de competencias en lugar de antecedentes y que el 2% restante será para personas con discapacidad, minorías étnicas y personas transgénicas.
A pesar del fallo de la Corte Suprema de Bangladesh, las protestas encabezadas por el movimiento estudiantil no se han calmado y los manifestantes exigieron la renuncia de la primera ministra Sheikh Hasina.
Las protestas rápidamente escalaron hasta convertirse en conflictos violentos entre grupos que se oponían y los que apoyaban a Hasina, así como entre los manifestantes y fuerzas de seguridad. La situación empeoró el 4 de agosto, cuando 94 personas murieron en disturbios, entre ellos 14 agentes de policía, lo que obligó a la primera ministra Sheikh Hasina a anunciar su dimisión tras 15 años en el poder y abandonar el país.
Para mantener el orden constitucional y poner fin a la ola de violencia, el comandante del Ejército de Bangladesh, general Waker-Uz-Zaman, anunció que el ejército tomaría temporalmente el control del país durante el establecimiento de un gobierno de transición. En una declaración del 5 de agosto, Zaman dijo que había discutido con todas las facciones políticas en Bangladesh sobre el establecimiento de un gobierno interino y pidió al pueblo que confiara en que el ejército restablecería pronto el orden en el país.
“Por favor, mantengan la fe y la confianza en el ejército. Asumo la responsabilidad y prometo proteger la vida y la propiedad del pueblo. Cumpliremos con las demandas de la ciudadanía y devolveremos la paz y la armonía al país. Pido a todos que detengan los actos de violencia, vandalismo y protestas”, manifestó el general.
Un futuro incierto
Para que el país vuelva pronto a la normalidad, el ejército bangladesí declaró que el toque de queda, impuesto desde el 20 de julio para impedir protestas, fue levantado oficialmente en la mañana del 6 de agosto (hora local). Todas las oficinas, fábricas y colegios... vuelven a estar en funcionamiento. Sin embargo, los observadores dicen que aún será un gran desafío que Bangladesh establezca un gobierno temporal para estabilizar el orden del país y construya una hoja de ruta para transferir oficialmente el poder de forma democrática a través de elecciones.
Nahid Islam, coordinador del Movimiento Estudiantil contra la Discriminación. (Foto: AFP)
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Actualmente, las fuerzas armadas aún no han confirmado claramente su intención de seguir ocupando el cargo de jefe del gobierno interino, mientras que la fuerza estudiantil, núcleo de la reciente ola de protestas, ha anunciado que quiere desempeñar un papel clave en el nuevo gobierno. Nahid Islam, coordinador del Movimiento Estudiantil contra la Discriminación, afirmó: “Pronto presentaremos propuestas sobre la formación de un gobierno interino de unidad nacional. Este gabinete provisional abarca estudiantes y organizadores de la reciente ola de protestas, así como representantes de organizaciones sociales, civiles y profesionales. Propondremos el personal y la dirección del gobierno interino”.
Mientras tanto, la inestabilidad política en Bangladesh preocupa a la comunidad internacional. En una declaración publicada el 6 de agosto, el Banco Mundial (BM) anunció que evaluaría el impacto de la reciente agitación política en Bangladesh en los programas de préstamos del BM en este país surasiático. En junio, la institución financiera aprobó un nuevo crédito de 900 millones de dólares destinado a ayudar a Bangladesh a mejorar su capacidad para desarrollar políticas fiscales y financieras, así como a construir infraestructura para responder mejor al cambio climático. En total, en el año fiscal 2024 (que finaliza el pasado 30 de junio), el BM prestó dos mil 850 millones de dólares a Bangladesh. De hecho, los ajustes de política del BM, así como de otras instituciones financieras internacionales, también pueden perjudicar las perspectivas de crecimiento económico del país, a pesar de que a principios de este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) pronosticaron que la economía bangladesí crecerá positivamente, alrededor del 6,1% este año y un 6,5% el próximo.
En definitiva, la inestabilidad política en Bangladesh también aumenta las tensiones de seguridad en la región del sur de Asia. Actualmente, la India ha reforzado la presencia de sus soldados alrededor de la frontera con Bangladesh y ha puesto sus fuerzas militares en alerta máxima. La ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y muchos otros países también expresaron preocupación por la situación en Bangladesh.