El 6 de junio los diarios “The Washington Post” de Estados Unidos y “The Guardian” del Reino Unido mostraban información confidencial del ingeniero de 30 años de edad Edward Snowden sobre los programas PRISM de vigilancia secreta de las telecomunicaciones de millones de usuarios, desarrollados durante los últimos 6 años por parte de Estados Unidos. Se trata de un sistema de ciberespionaje masivo vía Internet que es capaz de obtener correos electrónicos, vídeos, chats de voz, fotos, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión, transferencias de archivos o detalles sobre los perfiles en redes sociales. Desde HongKong (China), el ex técnico de la CIA filtró que también hubo ataques informáticos a computadoras de la Universidad de Tsinghua, en Beijín, donde se colocó una de las líneas más importantes de transmisión de datos china, y los ordenadores de Pacnet en Hong Kong, un operador de una de las redes de fibra óptica más grandes de Asia Pacífico.
Tras las acusaciones de Edward Snowden, las autoridades de seguridad estadounidenses dijeron que los polémicos programas de vigilancia PRISM evitaron más de 50 planes terroristas en 20 países después los atentados del 11 de septiembre. El presidente Barack Obama llama a los ciudadanos a elegir entre la garantía de informaciones secretas y la seguridad nacional.
Una protesta en Hong Kong a favor de Edward Snowden
No obstante, el problema es que la Inteligencia estadounidense desconoce cuántos datos secretos mantiene Edward Snowden. Además, las relaciones entre el exagente de la CIA con el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, podrían hacer públicas revelaciones que según la NSA provocan daños “irreversibles” a Estados Unidos. Para evitar los posibles riesgos, el Gobierno norteamericano maximiza sus esfuerzos por juzgar y arrestar al acusado de espionaje.
Sin embargo, a diferencia de las pretensiones estadounidenses, el incidente no sólo agrava la situación dentro del mismo Gobierno, sino que también podría tener “consecuencias” en los vínculos tensos de Estados Unidos con socios como Rusia y China, donde Snowden pide asilo político. Moscú y Beijín rechazaron la detención y la extraditación del acusado tras la petición estadounidense. Además, la portavoz de la Cancillería china, Hua Chunying, señaló en rueda de prensa que las acusaciones de Estados Unidos contra el Gobierno chino por ayudar al escape de Snowden en Hong Kong no tienen fundamento. “No es razonable que Washington cuestione la gestión de Hong Kong en asuntos de acuerdo a la ley, y sus críticas hacia el Gobierno central chino son infundadas”, dijo la dirigente, que aseguró además que “China no puede aceptar esto”. Ahora Beijín tiene suficientes pruebas para negar las acusaciones de Estados Unidos de que sea el origen de ataques informáticos contra los órganos y empresas norteamericanas. Los observadores suponen que el escándalo cubre “una oscuridad” en la perspectiva de cooperación bilateral en la antes mencionada materia.
Por su parte, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, asegura que Moscú “no tiene ningún vínculo con Snowden, ni con sus relaciones con la justicia estadounidense, ni con sus desplazamientos por el mundo”. “Snowden no cruzó la frontera rusa, y juzgamos infundadas e inaceptables los intentos de acusar a Rusia de haber violado las leyes de Estados Unidos y casi montar un complot”, dijo Lavrov en una conferencia de prensa celebrada el martes.
Por su parte, la Unión Europea expresa su preocupación ante la grave amenaza de los ciudadanos europeos debido al programa de vigilancia PRISM.
Es evidente que las filtraciones del ex funcionario de la CIA influyen de manera severa en la imagen de Estados Unidos, acusado de ir contra las declaraciones de derechos humanos en el mundo.