(VOVworld) – Continúan surgiendo en estos días nuevas revelaciones en torno al espionaje en las comunicaciones a escala internacional. Indignaciones, condenas, críticas y amenazas se han reflejado en gobiernos de países espiados por servicios de inteligencia de Estados Unidos. Más que nunca antes, se experimenta una "crisis de confianza”, un nuevo concepto que ahora acompaña a la crisis económica global, especialmente en Europa.
El shock de las revelaciones de Edward Snowden...
El 4 de noviembre pasado, el diario británico “The Guardian” reprodujo documentos filtrados por el ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Edward Snowden, informando que las agencias de Inteligencia de Alemania, Francia, España, Holanda y Suecia han estado trabajando con el Reino Unido en la vigilancia masiva de Internet y el tráfico telefónico. A partir de 2008, el órgano de espionaje británico ha jugado un papel fundamental en el asesoramiento a sus socios europeos en este tipo de vigilancia mediante la intervención de cables de fibra óptica y relaciones secretas con compañías privadas de telecomunicaciones.
El sistema de satélite en la Agencia británica de Inteligencia
Esta nueva información desató el nerviosismo de Gobiernos europeos, los que habían protestado categóricamente por el espionaje global de Estados Unidos. Alemania y Brasil presentaron un borrador de resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para pedir el fin de la vigilancia electrónica norteamericana. Los 28 países miembros de la Unión Europea acordaron “un frente común” en contra de esta práctica y enviaron representantes a Washington para pedir explicaciones. Ante esta nueva revelación, la Agencia de Inteligencia alemana argumentó que sólo aspira a intercambiar experiencias técnicas de espionaje con el Reino Unido y socios europeos sin violar las leyes internacionales al respecto. Por su parte, Suecia aseguró que sus actividades están en el marco jurídico y bajo control, y consideró indispensable la cooperación con sectores de inteligencia exteriores.
Corolarios
Evidentemente, los programas de espionaje cada día más extendidos en el mundo han ocasionado “huracanes diplomáticos” entre Estados Unidos y otros países con graves consecuencias. Las acusaciones del espionaje electrónico amenazan prioridades comunes de Estados Unidos y la Unión Europea, y sus esfuerzos en la lucha antiterrorista. Recientemente, el Parlamento Europeo suspendió por votación el acuerdo sobre el intercambio de datos financieros con Washington. El bloque advirtió que las negociaciones comerciales entre ambas partes enfrentarían graves consecuencias después de la declaración del presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz, de cesar y reconsiderar con minuciosidad este convenio de libre comercio. El espionaje ha ralentizado el proceso negociador del mayor tratado comercial bilateral en la historia, o sea, una mitad de la producción económica mundial, y un 30% del comercio global. Ha ejercido influencias directas en el prestigio y facturaciones de corporaciones de tecnologías informáticas de primer orden como Google y Apple, desafiando así la recuperación económica global.
El director de NSA, general Keith Alexander (c.), en una rendición de cuentas
en la Cámara Baja sobre el escándalo de espionaje de su agencia
Aparte de acusaciones y críticas, la vigilancia electrónica abrió el camino a los ciberataques. Un grupo de piratas informáticos de Indonesia atacó 200 páginas web de Australia en represalia por el espionaje de Australia y Estados Unidos a medios de comunicación indonesios. El enfado se debió a un dato filtrado por Edward Snowden, que reveló que Washington y Canberra cooperaron en la vigilancia de números de teléfono de autoridades de seguridad indonesias en una conferencia sobre el cambio climático promovido en 2007 por la ONU en la isla de Bali.
Imposible anteponer intereses nacionales a normativas internacionales
Los antes mencionados sucesos demostraron que la actual vida política internacional transcurre carente de confianza. Un experto alemán sobre la seguridad internacional subrayó: “La confianza constituye un índice importante en las relaciones mundiales. Cualquier impacto causará grietas en los vínculos”.
En la etapa de auge de tecnologías digitales e informáticas, vale decir que una nación logrará ventajas si controla el espacio cibernético. Hoy día, las tecnologías informáticas se aplican en casi todos los campos sociales desde lo sanitario y educativo hasta lo militar y la gestión gubernamental. Las actividades de espionaje forman parte de la guerra cibernética. Sin embargo, si esto supera el límite permitido, sin duda, estallará una “guerra informática”. Resulta difícil atribuir responsabilidad a cualquier parte cuando la comunidad internacional carece de normas supervisoras al respecto. No se puede aceptar el abuso de la llamada seguridad cibernética nacional para perjudicar intereses de otros países, ya que “detonarán” represalias en cadena de consecuencias incontrolables.