La mayor parte del mercado está reservado para los búfalos. Allí se pueden encontrar cientos de animales procedentes de los distritos de Bac Ha y Muong Khuong, en la provincia de Lao Cai, y de los distritos de Sin Man y Hoang Su Phi, en la provincia de Ha Giang. Las negociaciones entre vendedores y compradores son siempre vigorosas y cada transacción da como resultado un franco apretón de manos.

Los compradores seleccionan los animales meticulosamente. A veces, para encontrar el búfalo que les agrada, tienen que volver al mercado durante varios días. Los vendedores son en su mayoría lugareños. Siempre que necesitan dinero para construir una casa, organizar una ceremonia de boda para sus hijos o comprar una motocicleta, venden alguno de sus búfalos. El señor Lu Van Dao llegó al mercado a las cuatro de la madrugada. Con más de 20 años de experiencia, es capaz de comercializar hasta veinte búfalos a precio de mercado. Dijo: “No me he perdido ni un solo mercado en los últimos 20 años. A principios de año, los agricultores compran búfalos para ayudarlos en las tareas del campo, pero este año ha habido menos ventas. El búfalo representa una verdadera fortuna para ellos”.

Un comprador local de búfalos en el mercado (Foto: VOV)

Aunque solo se lleva a cabo los sábados, desde las seis de la mañana hasta el mediodía, el mercado de Can Cau es un espacio cultural comunitario y de intercambio de las minorías étnicas. Además, su originalidad atrae a los turistas, entre ella Tran Thanh Linh, de la provincia norteña de Hai Duong. Compartió: “El mercado de Can Cau no es tan animado como el de Bac Ha, pero tiene su propio encanto. Al llegar aquí, nos encontramos con jóvenes de minorías étnicas con sus vestimentas tradicionales. Después de pasear por el mercado de búfalos, pude degustar el vino de arroz y los platos locales. ¡Fue genial!”.

Como todos los mercados de las regiones montañosas del país, el de Can Cau también es muy popular. La gente viene aquí para vender y comprar, pero también para encontrarse con viejos amigos, charlar y escucharse unos a otros. Es un lugar que, definitivamente, vale la pena visitar.