Asentado en la zona montañosa del centro de Vietnam, en el desfiladero de Truong Son y rodeado por la naturaleza, este pueblo tiene un temperamento abierto y sencillo, plasmado en sus productos tejidos con bambú y mimbre. Aprovechan su tiempo libre y la estación de invierno para fabricarlos, trabajo del que se encargan principalmente los hombres. Uno de los cesteros experimentados de esta etnia es Ho Tinh, originario del distrito de A Luoi, en la provincia de Thua Thien Hue. Con las materias primas fáciles de conseguir en los bosques cercanos a su aldea, los habitantes locales tejen cuévanos de diferentes tamaños y diseños, llamados en su idioma A chooiq, A teh y Ti letq, así como bandejas de ofrendas (A dieen) y redes para pescar (Ka ooi).
Un habitante Pako tejiendo canastas de bambú (Foto: Internet)
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De acuerdo con Ho Tinh, la calidad de los cuévanos, en particular, y de la cestería, en general, depende en gran medida de la de la materia prima. Hay que ir a la selva en busca de las mejores plantas de ratán y procesarlas varias veces antes de poder usarlas, destacó el artesano agregando: “Las cañas de bambú y los tallos de ratán, una vez cortados y traídos de la selva son remojados en un riachuelo. Luego, los sacamos del agua y los secamos al sol. El cuerpo del cuévano se hace tejiendo el ratán, pero su armazón y su base se hacen con caña de bambú pelada en tiras. Se elabora primeramente la base y después, el cuerpo. Después lo colgamos sobre el fogón familiar durante 10 o 15 días, con el fin de hacerlo resistente a las termitas y la carcoma y además, darle un color natural”.
Este utensilio es considerado el alma de la cestería tradicional de los Pako. No solo es una herramienta útil para transportar y almacenar alimentos, instrumentos de campo y otros enseres, sino que también es un objeto artesanal que demuestra la destreza y el concepto estético de quienes lo crean. Los cuévanos más populares son los de gran tamaño que los hombres llevan a cuestas para ir a las parcelas de cultivo atravesando montes y arroyos. Las mujeres usan los más pequeños, que tienen varios compartimentos a fin de guardar desde impermeables y comidas para la jornada laboral en el sembradío, hasta las papas y las verduras recién recolectadas y los peces capturados en riachuelos. Para las jóvenes solteras de esta etnia, estas canastas, bien trabajadas y decoradas, son un accesorio más para lucir su belleza, habilidad y laboriosidad.
Otro artículo artesanal representativo de los Pako es el “cay neu” (árbol elaborado exclusivamente para las fiestas tradicionales). Solo los artesanos más experimentados y conocedores de las costumbres más arraigadas del pueblo son aptos para realizar esta labor. Al menos 4 personas trabajan juntas en un “cay neu”. Al respecto, el artesano Ho Phoi dio a conocer: “El “cay neu” es imprescindible en los rituales ancestrales, incluido el del sacrificio de búfalos y las festividades aldeanas. Para nuestra etnia, este árbol es el universo en miniatura y representa a Giang (Dios). Su presencia facilita la evocación de los aldeanos a los seres divinos para pedir su bendición”.
De utensilios domésticos, los cestos elaborados por los Pako pasaron a ser objetos de intercambio y productos mercantiles. Sin embargo, hoy en día, se enfrentan a una fuerte competencia con los de plástico, ya que estos son más diversos y baratos. Por otro lado, las personas conocedoras del oficio son de avanzada edad, y su número disminuye cada vez más. Frente a esta realidad, muchas localidades donde habitan estas personas han abierto cursos para transmitir las técnicas de cestería a las nuevas generaciones, y al mismo tiempo han movilizado a los pobladores para que participen en la reforestación, con miras a garantizar materias primas para esta profesión y preservar un rasgo cultural muy típico de esta comunidad.